1 de Mayo: Capital más trabajo

Mañana se conmemora el Día del Trabajo, fecha en que se recuerda una tragedia. Es tiempo que esa herida cicatrice para abrir la esperanza del entendimiento

El 1º de mayo se conmemora en todo el mundo el Día Internacional del Trabajador en homenaje a los llamados Mártires de Chicago, un grupo de sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados en 1886. El entonces, el presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, estableció ocho horas de trabajo diario. Como los empleadores se negaron a acatarla, los trabajadores de la ciudad industrial de Chicago iniciaron una huelga el 1º de mayo. La fábrica Mc. Cormik de Chicago no reconoció la victoria de los trabajadores y el 1º de mayo de aquel año la policía disparó contra los manifestantes .
Durante los siguientes días murieron más trabajadores, hasta que el día 4 una bomba estalló contra las fuerzas policiales. El 21 de junio de 1886 comenzó el juicio a 31 obreros acusados de haber sido los promotores del conflicto. Todos fueron condenados, dos de ellos a cadena perpetua, uno a 15 años de trabajos forzados y cinco a la muerte en la horca.

La realidad de hoy

De aquellos violentos sucesos a la realidad de hoy ha pasado mucho tiempo. No obstante si bien el trabajador ha avanzado en obtener más derechos, aún hay resabios de explotación y como una lucha permanente, pareciera que el capital y el trabajo se muestran irreconciliables.
Sin embargo hay un ejemplo en la historia que sucedió lejos de Chicago, en nuestra zona, más precisamente en Berazategui y que abre una luz de esperanza. Un gerente de una fábrica, Enrique Shaw, de Rigolleau, demostró que se puede humanizar el trabajo, que un jefe y un empleado pueden convivir si se consolida una relación humanitaria donde ambas partes puedan valorar el esfuerzo recíproco: para los creyentes, una relación «cristiana».
Shaw se preocupó por sus trabajadores como si fueran sus hijos, incluso fue a sus casas cuando estaban enfermos para ver que más podía hacer de lo que le correspondería por ley. Cuando Enrique Shaw padeció una enfermedad terminal, en el hospital se formó una fila de varias cuadras… Eran sus obreros de Rigollau, esperando para donar sangre en favor de «su jefe», su patrón, su amigo…
No obstante ese gesto de amor y lealtad que conmovió a todos, la vida de Enrique Shaw se apagó, pero no así la llama de su ejemplo. A punto tal que el entonces Cardenal Jorge Bergoglio (hoy Papa Francisco) decidió promoverlo a la santidad. Su expediente está hoy avanzado en El Vaticano mientras la iglesia estudia algunos casos en los que sus obreros pidieron a Shaw que intercediera ante Dios para conseguir algunos milagros. De ser probados, el directivo de Rigolleau sería el primer Santo Empresario del mundo, de Argentina y de Berazategui.

Por Juan Antonio del Greco
tonydelgreco@yahoo.com.ar

Enrique Shaw, probó que obreros y empresarios pueden convivir
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