Cuevas Guajardo: una expedición científica al corazón del karst vivo de Malargüe
Por: Luis Martin
En el sur de Mendoza, en una región de montañas ásperas y silencios profundos, se esconde uno de los sistemas de cuevas de yeso más importantes de la Argentina: las Cuevas Guajardo, ubicadas en Poti Malal, departamento de Malargüe. Allí, en un entorno de extrema dificultad de acceso y bajo estrictas condiciones de preservación, se llevó a cabo una nueva expedición científica destinada a documentar, registrar y divulgar la complejidad de este sistema kárstico único, en permanente proceso de formación desde hace miles de años.
Las cavidades se encuentran a unos 200 metros bajo la superficie, ocultas entre las formaciones de la Cordillera de los Andes, y presentan un recorrido aproximado de 240 metros desde la entrada hasta el último lago accesible a pie. El paisaje subterráneo revela un escenario de yeso modelado por el tiempo y el agua, donde estalactitas, estalagmitas, galerías y lagunas internas conforman un laboratorio natural en plena evolución.
A diferencia de otros sitios de interés geológico, las Cuevas Guajardo no constituyen un espacio turístico. Su ingreso depende exclusivamente de permisos otorgados por la Dirección de Áreas Protegidas de Mendoza, en consenso con la familia Guajardo, propietaria del terreno, que ha facilitado el acceso bajo las autorizaciones correspondientes y con un fuerte compromiso por la conservación del lugar.
El propósito principal de la expedición fue dar a conocer la belleza, complejidad y fragilidad de este sistema subterráneo. Lejos de una lógica recreativa, el enfoque estuvo puesto en el registro visual, técnico y científico de una cavidad cuya evolución geológica aún no ha concluido. El karst de yeso es especialmente sensible a cualquier intervención humana, por lo que cada ingreso requiere planificación meticulosa, protocolos estrictos y un enfoque de mínimo impacto.
La expedición principal se desarrolló entre el 10 y el 14 de noviembre, precedida por una campaña técnica de evaluación de seguridad realizada los días 11 y 12 de noviembre. Esta instancia previa permitió reconocer riesgos, evaluar accesos y diseñar un operativo acorde a las características extremas del entorno, tanto en superficie como en el interior de la cueva.
Si bien la campaña de noviembre representó un hito por su magnitud y el número de especialistas convocados, no se trató de la primera intervención en la zona. Las Cuevas Guajardo fueron descubiertas a comienzos de los años 2000, y desde entonces han sido objeto de exploraciones puntuales realizadas por grupos reducidos de espeleólogos y buzos técnicos.
La expedición fue gestada y coordinada por Buceo Aconcagua, cuya tarea resultó fundamental en el diseño, la planificación y la ejecución del proyecto. La iniciativa, de carácter propio, contó además con la colaboración de diversos grupos especializados que aportaron conocimientos y experiencia en distintas áreas.
En total, participaron 22 personas, entre personal de logística de campamento, buzos técnicos, espeleólogos, fotógrafos, camarógrafos y pilotos de dron, conformando un equipo multidisciplinario enfocado en una exploración segura, responsable y documentada.
Entre los participantes se destacaron:
La conjunción de saberes permitió no solo ingresar y registrar la cavidad, sino también generar material de alto valor documental que contribuirá a futuras investigaciones y a la concientización sobre la importancia de preservar estos ecosistemas subterráneos.
Las Cuevas Guajardo constituyen un ejemplo claro de que la geología no es una ciencia estática, sino un proceso vivo y dinámico. El yeso, al ser un material soluble, continúa siendo moldeado por la acción del agua subterránea, ampliando galerías, formando nuevas estructuras y alterando constantemente el paisaje interno.
En un contexto global atravesado por la sobreexplotación de recursos naturales, iniciativas como esta expedición representan una oportunidad única para observar, estudiar y comprender territorios que aún conservan su estado prácticamente intacto.
Más que una aventura extrema, la incursión en las Cuevas Guajardo de Poti Malal fue un ejercicio de ciencia aplicada, cooperación interdisciplinaria y respeto profundo por un paisaje oculto que, lejos del ruido del mundo exterior, sigue escribiendo su propia historia desde las entrañas de la Tierra.
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