En memoria de Marcelina Meneses

Mañana a las 17.30, se realizará un homenaje a Marcelina Meneses y a su hijo Alejandro Joshua Torres, quienes fueron arrojados de un tren en movimiento el 10 de enero de 2001 porque ella era de nacionalidad boliviana. El acto será en la Plaza Constitución a través de la radio abierta Voces Migrantes, Derecho de Todxs. La actividad se enmarca en el Día de las Mujeres Migrantes, declarado por la Legislatura porteña. Esta fecha conmemora a Marcelina Meneses, su bebe Joshua y a todas las mujeres migrantes víctimas de racismo, xenofobia y discriminación.
«Pasaron 18 años y seguimos pidiendo Justicia», exclamó Reyna Torres, cuñada de Marcelina y referente de la ONG Centro Integral de la Mujer Marcelina Meneses.

La historia

El 10 de enero del 2001 Marcelina y su hijo de 20 meses, Alejandro Joshua Torres fueron arrojados del tren en movimiento cuando se dirigían desde la localidad de Ezpeleta, donde vivían, hacia el hospital Fiorito en Avellaneda. La mujer de 30 años había subido con varias bolsas en un brazo y su bebé en el otro hasta que de pronto se vio envuelta en una discusión con un hombre al que sin querer rozó con una bolsa y luego la empezó a insultar. El hecho no terminó ahí: alguien, a quien todavía no pudo identificarse, la habría empujado del vagón a ella y a su pequeño, muriendo ambos antes de llegar a la estación Avellaneda.
Según Julio César Giménez, uno de los testigos que declaró en la causa, Marcelina subió alrededor de las 9.05 en la estación de Ezpeleta. Ella quedó parada, con el bebé en la espalda y cargada de bolsos, a metros de la puerta que da al espacio que hay entre vagones. Cuando se acercaban a la estación Avellaneda, antes de la curva que pasa frente al estadio de Independiente, ella se acomodó para enfilar a la salida y en ese movimiento rozó, con los bolsos, el hombro de un pasajero de unos 65 años, de saco marrón, que le gritó: «¡Boliviana de m…! ¡No mirás cuando caminás!». La mujer calló. Giménez intervino: «Che, tengan más cuidado, es una señora con un bebé». Y terció un segundo pasajero: «Qué defendés vos, si estos bolivianos son los que nos vienen a quitar trabajo. Igual que los paraguayos y los peruanos». Giménez siguió discutiendo. «Pará la mano hermano, que eso es lo que venden los políticos. Somos todos latinoamericanos», opinó. Y le gritaron: «¿Vos qué sos? ¿Antipatria?».
Según Giménez, desde el fondo apareció un guarda. Se había formado la fila para bajar. El uniformado avanzó hasta que escuchó que la discusión y los insultos xenófobos. «¡Uh! ¡Otra vez estos bolivianos haciendo quilombo! ¡Me tienen podrido. ¡Yo me las tomo!», dijo. «Fue una cosa de segundos. Se había sumado otra gente. Hubo más insultos y escucho que uno que estaba de ropa de Grafa le dice a un compañero: ‘¡Uy, Daniel, la p… que te parió, la empujaste!'»
El testigo asegura que entonces el tren se detuvo. Él regresó caminando cien metros hacia el lugar en el que quedaron los cuerpos. «La empresa y la Policía intervinieron en el acto. Yo le dije a un policía de la Federal que había visto lo que pasó pero él me echó detrás de la valla», aseguraba Julio César Giménez en ese entonces.

 

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