Gracias por el fuego

Un profesor jubilado del Politécnico repara estufas de su querida escuela para que los alumnos no pasen frío. Ernesto Dabadie enseña solidaridad

Ernesto Dabadie es un profesor jubilado del Politécnico, como todos conocen en Berazategui a la Escuela de Educación Técnica Nº 3, donde se aplica el lema El mejor técnico dentro del mejor hombre. A pesar de integrar la clase pasiva, luego de más de 40 años como docente de ese establecimiento, no «colgó los guantes»ni pudo despegar del Poli, su segunda casa y concurre todos los días para arreglar las estufas para que los alumnos no pasen frío este invierno.
«Fui profesor de Física, de Taller, de Dibujo, pero me llegó la jubilación y no me quería quedar en mi casa, a pesar que me gustan y participo de los talleres de Folklore que da el Municipio. En el Poli se estaban muriendo de frío los pibes y como desgraciadamente no tenemos ninguna ayuda de la Provincia debemos apechugar y ser solidarios, en mi caso arreglando las estufas. La respuesta está nuestras manos en lugar de pasar por los funcionarios que deberían dar soluciones y cobran por hacerlo. Vengo todas las mañanas a traer a mi nuera, tomo mate con mis ex compañeros y colaboro. Mi nieta me pidió que, como yo sabía de gas, arreglara los calefactores que están deteriorados por el tiempo y a la mayoría no le andan los chisperos. Si no fuera por la Cooperadora no podría hacer mi labor, porque un chisperito de Volcán cuesta más de 500 mangos… Me siento feliz haciendo esto, no se lo que sería de mi vida sin esta escuela, es un recreo venir acá», dijo emocionado.
«El Director, el Vicedirector, el Jefe de Taller y los profesores del Poli, fueron todos alumnos míos y veo que tienen la camiseta de la escuela puesta, sostuvo el abuelo ejemplar- acá siempre se dijo que se buscaba ‘El mejor técnico dentro del mejor hombre’ y hoy están los mejores hombres al frente de la escuela, buscando forjar a los mejores técnicos porque si no nos involucramos, como vamos, esto se va al diablo…», alertó.
«Soy un caradura y me siento un poco dueño del Poli- comentó-; días pasados ví un grupo de alumnos que le estaba haciendo bochinche a una profesora, así que dejé de arreglar una estufa, me acerqué a ellos y les hablé como lo hacía cuando era profesor. Se hizo un silencio sepulcral en el aula porque no se esperaban que un viejo que arreglaba estufas les pudiera decir algo que los hiciera reflexionar. Les dije que la profesora no les podía enseñar lo que ellos no querían aprender…y con eso recapacitaron. Me afloró mi veta docente y los 40 años de experiencia en el manejo de adolescentes. El respeto no se gana a los gritos».
Comentó finalmente que «esta fue una escuela que, cuando se fundó, en 14 años hasta pasar al Estado, no tuvo una sola hora libre porque nosotros estábamos siempre acá, de las 7 de la mañana a las 7 de la tarde, el compromiso que tienen los profesores del Poli es fundamental», concluyó.

 

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