La risa, remedio infalible

Necesitamos reír más, porque aunque parezca una pavada, no es nada fácil. Esta afirmación es muy simple de corroborar, miremos una película dramática, la que sea y si está bien armada seguramente nos angustiaremos hasta las lágrimas. Ahora hagan lo mismo con una película cómica, o quien la mira es de risa fácil o el comediante es un maestro en el arte de hacer reír, o seguramente disfrutaremos un lindo momento pero lejos de que se escape esa carcajada espontánea de esas que, paradójicamente y simplemente, llamamos risa.
Días difíciles vendrán por delante. El dólar que no para y para colmo nos quedamos afuera del Mundial. Cola en las estaciones de servicio y ya estamos a mitad de año. A esto le podría agregar esta garúa que veo desde mi ventana, en un cielo gris y con el servicio meteorológico anunciando que hoy comenzará una ola de frío polar.
¿Dónde estas Negro querido? Si Rosario siempre estuvo cerca. Y bueno… se fue Olmedo, como una vez se fue Gardel. Como difícilmente tengamos otro Diego Armando u otro Don Julio. Algo grabado en la matriz argentina: «Todo tiempo pasado fue mejor».
Parece que estoy nostálgico, pero ojo que esto no es un tango, es algo mucho peor que debemos saber para enfrentar. El «declinismo» fue acuñado por el cientista político estadounidense Samuel P. Huntington, en 1988, para describir el pesimismo político y económico de su país en aquel año. Actualmente, el diccionario de neologismos Word Spy lo define como «la creencia que algo, sobre todo un país, sistema político o económico, está experimentando un decaimiento significativo y posiblemente irreversible». ¿Les suena familiar?
Jajajajajaja. Algo anda rondando por nuestras cabezas como una cualidad de sociedad joven e insatisfecha que sigue esquivando la maduración metodológicamente para escaparle a la verdad de la realidad.
No voy a caer en la nostalgia prefabricada de los nuevos discursos políticos, como el del Brexit o el de Donald Trump, los cuales han llevado a consecuencias mucho más terribles que la exacerbación del declinismo. Somos nosotros quienes debemos, en todo caso, «ser responsables de nuestra propia nostalgia y no dejar que otros la prefabriquen por nosotros». (sic Svetlana Boym).
Les propongo dejar, por lo menos este día, de mirar atrás. Ya que para ser realistas les debería pedir que si lo hacen tengan memoria, pero es casi imposible por un mecanismo defensivo de nuestra excelentísima computadora cerebral; y vamos todos a construir nuestro futuro. Minuto a minuto, tomando la decisión de lo que queremos a cada paso. Un vaso de agua, lo tomo. Un chiste a mi compañero de trabajo, lo hago. Comparto una sonrisa, la muestro.
Si el declinismo fuera una enfermedad, la risa es el remedio. Volvamos al sentido común y quitémosle la máscara a la crisis, ya que no es algo que nos toca sino una decisión. Y la verdad que no lo digo yo, ya lo decía Ernesto Sábato en El Túnel: «La frase ‘todo tiempo pasado fue mejor’ no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que -felizmente- la gente las echa en el olvido».
Vamos todos para adelante, si querían un cambio, hagámoslo de verdad. La esperanza ya tiene nombre y apellido, porque ya perdieron los que quisieron robarnos la risa. La sensación crece, podrás reprimirla pero en algún momento volverá a estallar y ahí el remedio será infalible.
Mi saludo fraternal. Walter.

Por Walter Di Giuseppe
Abogado. Miembro Fundador de IQ (Identidad Quilmeña).

 

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