León de una cabeza…

No dejo de pensar un segundo y cuando no encuentro algunas respuestas me desconecto interiormente para establecer conexión con el exterior. Así disfruto de cosas que en ese momento son imperceptibles pero a su vez son mágicas, como el sol, el viento, los colores; hasta llego al punto oír canciones y no solo escuchar, o de leer carteles; como si allí se encontraran claves para intentar entender la realidad diaria.

Esta mañana fui a tomar una audiencia a Tigre y mientras iba manejando por la Avenida Figueroa Alcorta vi un cartel publicitario de un energizante que decía: «un león no voltea cuando un perro ladra» y ahí me di cuenta que esto es lo que algunos perros quilmeños no pueden entender.
Claro, esto es así. Nos gastamos un valiosísimo tiempo en intentar explicar a quien no quiere entender y es por eso que he tomado determinaciones claras sobre mis próximos objetivos; y hete aquí que me he convertido en león dentro de una sociedad selvática.
«Nos falta mucho que aprender de los animales» diría mi veterinario y amigo Norberto López de Veterinaria Tweety. Tanta pasión que tiene por los animales lo entiendo desde conceptos claros que no engendran como la envidia o la traición. Pero bueno, Norber… a nosotros nos dieron el raciocinio y está en el saber cómo pararnos ante las contingencias diarias.
Diría Norberto Galasso que «…para los gorilas, Perón es un monstruo de mil cabezas…» y obviamente debía de serlo, porque hasta alcanzar el grado de plenitud mental que lo liberara de la opinión o visión del otro seguramente debió vivir cuidándose de todo su entorno.
Vuelvo a mi mundo y me identifico con ese león que no voltea cuando un perro ladra. Pero un león de una sola cabeza. No estoy dispuesto a pagar precios excesivos cuando mi único fin es el bienestar común y por eso que sigan ladrando, que pretendan seguir amedrentando; somos muchos y somos cada vez más los que nos sentimos leones en esta selva despiadada. Somos cada vez más aquellos que no creemos en las grandes proezas sino en las pequeñas cosas que ensanchan el alma. Esas pequeñas cosas son el eslabón de una cadena interminable e irrompible de mujeres y hombres que se entrelazan afianzando un sentimiento de humanidad.
Me gusta ser esa cabeza de león y jamás cola de ratón, ya que, parafraseando a un grande de la música argentina como el Sr. Rodolfo Páez; solo me resta decir: «Quien dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón.»
Mi saludo fraternal. Walter.

Por Walter Di Giuseppe
Abogado.
Miembro Fundador de IQ (Identidad Quilmeña)

Compartir