Operación desprestigio

Y sí, con mucho placer puedo aseverar que ya sacamos más que la cabeza. Está clarísimo que somos una opción real que comienza a confirmar su espacio. Con un principio irreductible, ser de verdad.
El camino avanza, la subida crece empinada y en similitud comienzan los mediocres a bombardear con mentiras y falacias. «Te van a esmerilar», me dijo un compañero. En vez de trabajar como una oposición y competir, ponen en funcionamiento un plan macabro y antiguo de la humanidad: la operación desprestigio.
Ni siquiera en eso son ingeniosos. El plagio es una recurrencia en cierta clase hipócrita y nefasta. Además la operación desprestigio se encuentra más que probada a lo largo del tiempo, y por si acaso no funciona lo resolvían con la muerte.
¡Claro! ¿Cómo tener un ejemplo para la humanidad? ¿Y si a alguno se lo ocurriera ver que era posible y copiarlo? ¿Y si educar con el ejemplo generara un efecto multiplicador? ¿Y si los mediocres perdieran espacio ante los grandes y honoríficos de verdad? Me sobran casos para acreditar esta teoría y lamentablemente la historia está llena de vidas que les robaron a aquellos hombres sobre los cuales la operación desprestigio no pudo y terminaron en cobardes asesinatos. Podría nombrar a Juan el Bautista, el propio Jesús de Nazaret, Martin Luther King, Ernesto Rafael Guevara de la Serna, JFK, Juan Pablo I, Mariano Moreno, Mahatma Gandhi, John Lennon y sigue la lista. Sobre otros no les hizo falta porque lamentablemente lo hizo el despiadado destino de una cruel enfermedad como a María Eva Duarte o también como a la magnánima Madre Teresa de Calcuta que los supero ampliamente en grandeza y falta de enfrentamiento.
Lejos estoy de ser uno de estos grandes y mucho más lejos de que mis actos generen reacciones que despierten semejante temor; pero ellos si están a años luz de ser un aparato tan organizado para perpetrar algún acto tan despiadado y perversamente programado.
¡Son berretas! La operación desprestigio solo puede ser pergeñada por perdedores. Una metodología tan oscura como la propia de la ideología nazi «miente, miente que algo queda» o el dicho popular que «una mentira vale más que mil verdades».
Pero aquí estamos. Este es nuestro siglo plagado de operaciones de desprestigio y así un medico ya no es aquel que por el solo hecho de tener una calcomanía con una cruz en el parabrisas del auto estacionaba donde necesitaba, o el policía que ya no sea respetado como la autoridad, o el gerente de un banco como simple empleado y no más un poderoso hombre de la ciudad, o las maestras que podía transitar cualquier lugar con su guardapolvo blanco, ya que era intocable. Así un periodista ya no dice la verdad, un político menos, la TV esta comprada, alguien que hizo dinero tendría un pasado delictivo, un representante de modelos es un proxeneta, un empleado estatal un vago, un farmacéutico un alquimista y cualquier cura es acusado de estupro. Un vendedor de autos es un estafador, un médico un matasanos, un abogado un cuervo, un militar un represor, un psicólogo un vende humo y el psiquiatra un trata locos y sigue la lista del resultado generacional de la operación desprestigio; sin darnos cuenta que es un mal que nos engloba a todos.
Hoy vendrán por mí, pero tendrán que mentir y yo podré responderles con muchas verdades; pero está claro que es una característica humana motorizada por la envidia y la necesidad imperiosa de que el otro no logre lo que el envidioso no pudo.
Solo por un momento imaginemos que nunca hubiera funcionado la operación desprestigio y que la evaluación de una persona sea por sus actos, su historia, su contexto y siempre desde una óptica objetiva. Imaginémonos a todos esos grandes vivos y hablándole a la humanidad. «Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único». John Lennon.
Mi saludo fraternal. Walter.

Por Walter Di Giuseppe
Abogado. Miembro Fundador de IQ (Identidad Quilmeña)

Walter Di Giuseppe
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