«De vender galletitas hasta ganar un OTI»

En plena cuarentena, el cantante Guillermo Guido guardó distancias pero habló de su vida personal y la vigencia que sigue manteniendo en el mundo de la música

Para el quilmeño Guillermo Guido la música lo es todo en su vida y comenzó a fluir en Lavalle entre Laguarda y Río Gallegos, de Ezpeleta, la casa de sus padres a los que desde muy pequeño ayudaba como vendedor de galletitas en la feria del barrio: «en realidad era un trabajo como cualquier otro, lo que pasa es que mi padre me hacía ir con él. Se ganaba bien (risas) en aquella época». Sus estudios primarios y secundarios los cursó en Berazategui, donde dio sus primeros acordes a los 15 años «cuando me regalaron mi primera guitarra y tocaba en el colegio».

Si bien llegó a actuar en un grupo folclórico llamado Los Lugareños, su perfil era más romántico, formando un dúo con la bernalense Alejandra Cánepa, «con quien empezamos a cantar música melódica en los boliches», hasta que en 1985 decidió abrirse en solitario grabando sus primeros discos para la RCA.

-¿1988 significó un año para enmarcar?
-Dos años antes logré que mi canción Te voy a perdonar tuviese mucha difusión, pero luego llegó ese Festival OTI que fue un espaldarazo ganándolo con el tema Todavía eres mi mujer. Desde ya fue muy importante porque me abrió las puertas de Latinoamérica, haciendo giras por distintos países.

-¿Te sentías un seductor de la canción?
-No le daba importancia. En realidad, no pensaba en eso, lo que pasa que cuando eres joven atraes al público femenino, pero no era mi meta. Cantaba porque me gustaba.

-Del Estrella de Mar al ostracismo… ¿qué pasó?
-Estuve durante tres años parado y cinco sin grabar, sin una compañía discográfica. Me tomé un tiempo para ver si seguía o no en la música, pero por suerte pude volver y producir en 2000 el disco Mujeres. Armé esa producción invitando a todas mis cantantes amigas, entre ellas Valeria Lynch, Julia Zenko, Silvana Di Lorenzo, Tormenta y la mejor cantante de tangos de la República Argentina, María Graña, todas grandes profesionales e incluso con el Coro Kennedy.

-Incursionaste en el género de los musicales…
Fue allá por 2008 que se hizo en el Bauen el musical Eva Duarte. Me tocó interpretar a Juan Domingo Perón y me costó porque es una figura emblemática. Además, el medía 1,85 metros y yo 15 centímetros menos (risas), pero al final la obra estuvo muy buena y me divertí mucho.

-Conseguiste ganarle un juicio a las obras sociales para que pudieran cubrir el tratamiento de la fecundación in vitro, lo que marcó un antes y un después…
-Para empezar fue una bendición porque tuvimos trillizos, pero no nos cubría nada la obra social. Se hizo mediático el tema, nos ayudaron mucho y finalmente salió todo bien. Fue el puntapié inicial para que se contemplara la letra chica de las obras sociales y ahora los niños que nacen por estos métodos tienen los mismos derechos que el resto.

-¿Cómo estás atravesando la situación de cuarentena?
-Hace 12 años y durante seis meses realizo shows en los cruceros de la empresa italiana MSC y con la esperanza de volver a realizarlos en noviembre. Con esta situación de estar en casa tengo más tiempo para componer, escribir, estar con la familia y trabajar on line.

-¿El próximo sueño por cumplir?
-Que el COVID-19 se termine porque hay mucha gente enferma y otra que se está muriendo. No podemos trabajar, los chicos sin ir al colegio y esperando que esto tenga un buen final.
Aún así, mantiene la misma ilusión: «respeto mucho este trabajo, es mi vida y siempre manteniendo viva la llama».

Especial de Fabián Clinaz

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