En el marco del juicio oral y público que investiga los delitos perpetrados en los ex Centros Clandestinos de Detención Tortura y Exterminio Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y El Infierno de Avellaneda, el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata tomó declaración a Pablo Díaz.
En una extensa declaración, el sobreviviente de la Noche de los Lápices detalló las circunstancias cuando fue secuestrado y el posterior recorrido por distintos Centros Clandestinos de Detención Tortura y Exterminio.
La declaración comenzó de la siguiente manera: «hace 37 años que di el primer testimonio en relación a lo que hoy voy a ratificar», desde aquel momento el testigo esperó este juicio y declaró en todas las instancias que le fueron solicitadas antes de esta audiencia.
Pablo Díaz explicó que ha recordado los nombres de quienes estuvieron secuestrados con él, y que lamentaba que muchos de ellos no hayan sobrevivido.
El testigo dio cuenta de las circunstancias en las que fue secuestrado: «esa noche, cerca de las 4 de la mañana, estacionaron 3 autos en la puerta de mi casa, se trataba de un grupo de tareas dependiente de distintas fuerzas de seguridad».
Intentaron abrir el portón y como no pudieron hacerlo comenzaron a tocar timbre: «yo entendí rápidamente de lo que sucedía por los hechos que venían ocurriendo en la ciudad de La Plata».
Luego del secuestro fue trasladado a una vieja casona que pertenecía a la Estancia La Armonía, lugar donde actualmente se encuentra el Regimiento XII de Infantería en Arana y aclaró que el lugar fue dinamitado antes de la llegada de la democracia en 1983.
«Me bajaron y me dejaron contra una pared más de 24 horas, cuando las piernas se me aflojaban pasaban y me pegaban», explicó el testigo.
A continuación explicó que lo llevaron a una habitación, lo pusieron en un catre, lo desnudaron y que comenzaron a interrogarlo sobre su participación en los movimientos secundarios: «cuando les decía que no había tenido participación enseguida me daban corriente eléctrica por todas partes del cuerpo, cuando no aguantaba más gritaba, pero los torturadores no se detenían», explicó.
Pocos días después de esa sesión de tortura, Pablo Díaz fue sometido a un simulacro de fusilamiento, recordó que cuando eran llevados al paredón los más chicos pedían por sus madres y que cuando sintieron los disparos escuchó a un compañero decir «Viva Montoneros».
El testigo continuó explicando que posteriormente fue trasladado en un colectivo con un grupo de 20 a 30 personas: «luego de un prolongado andar siento que se abre un portón, nos empiezan a bajar y nos suben a un tercer piso, yo estaba muy deteriorado», mucho tiempo después supo que se trataba del Pozo de Banfield.
El doctor Bergés
También explicó al Tribunal que en dicho centro clandestino había muchos adolescentes y embarazadas en estado avanzado: «yo fui testigo de dos nacimientos en el Pozo», también dio cuenta de que pudo reconocer al médico Antonio Bergés que se ocupaba específicamente de las embarazadas.
Luego del período que Pablo Díaz pasó secuestrado en Banfield fue trasladado al Pozo de Quilmes y fue allí que se enteró de que antes había estado en Arana y en Banfield. Un mes después es trasladado a la comisaría Tercera de Valentín Alsina: «me acuerdo que no nos querían recibir por el pésimo estado en el que estábamos», explicó el testigo.
Unas horas más tarde fue trasladado a la Unidad Carcelaria 9 de La Plata y finalmente fue liberado en 1980.
El testigo explicó al Tribunal que cuando en sus anteriores testimonios contaba que una de las detenidas, que se encuentra desaparecida, le contó que había sido violada, nadie se detuvo a preguntarle sobre ese delito: «recién hace dos años, dos fiscales me pidieron que diga si había tenido abusos».
Destacó de esta manera que tuvieron que pasar muchos años para que alguien se interesara por los delitos sexuales, a pesar que de él lo mencionó en todas sus declaraciones anteriores.
Antes de finalizar su testimonio, Pablo Díaz leyó una lista en la que identificó con nombre, apellido y funciones a una veintena de represores que vio en los distintos Centros Clandestinos de Detención donde estuvo secuestrado. El valioso testimonio culminó con la siguiente afirmación: «el crimen de Lesa Humanidad es el peor crimen en el mundo».