Es hora de ustedes, muchachos

Quilmes pasa de la ilusión a la decepción con la velocidad de un rayo. Todo es vertiginoso en estas tierras. Una goleada ante Chaco que invita a una reconstrucción y a la semana siguiente, lo sacan a bailar en uno de los peores primeros tiempos que se recuerden en el Centenario para dejar entrar al pesimismo. Esto es Quilmes.

El fútbol es un deporte individual que se juega de manera colectiva. Es decir, cada uno de los intérpretes del juego compite consigo mismo, con sus compañeros y con el rival. De hecho los haberes que recién no son en conjunto y mucho menos las duraciones de los contratos, por lo que cada uno de los futbolistas se juega todo de manera individual.

La gloria sí abarca lo colectivo. En Quilmes significaría la posibilidad de lograr un ascenso que luego del partido ante Mitre pareciera muy difícil de concretar, pero les daría el bronce a todos los que forman parte de este plantel.

La conflictiva salida de Mario Sciacqua, la confirmación de Ariel Fuscaldo como su reemplazante, la directiva necesitada de resultados inminentes para respaldar las decisiones tomadas y el clima lógico de apremio que impulsa el hincha al que se lo ilusiona y se lo traiciona forma parte de un explosivo pocas veces visto en temporadas futboleras del Cervecero.

Con el reciente arribo de un nuevo conductor el foco no está puesto en ese lugar. La directiva por primera vez recibió insultos luego del paupérrimo primer tiempo ante Mitre pero lejos está de aquellos tiempos en donde el Centenario se asemejaba al incendio de Roma.

Indudablemente la presión está cargada en los futbolistas y serán solo ellos los que puedan sacar a este barco de la tempestad o por el contrario lo conducirán irremediablemente hacia el iceberg (no quitándoles responsabilidad a los otros protagonistas).

Momento clave para que cada uno de los futbolistas manifieste su personalidad para ponerse una camiseta pesada y tener en sus pies una pelota ardiente; cargados de nerviosismo desde lo externo deberán tener la templanza necesaria para poder jugar y transformar lo negativo en positivo.

Quilmes en un torneo reducido, apoyado por su gente y con envión positivo, puede transformarse en un firme candidato. Pero también puede desangrarse en sus propias limitaciones y auto flagelarse para ponerle fin a una temporada de locos. Depende de ustedes muchachos.

Compartir