Florencia Cayrol, científica del Conicet y biotecnóloga graduada de la Universidad Nacional de Quilmes, diseña una nueva terapia para los linfomas de células T, un tipo de cáncer derivado del sistema inmunológico que puede presentar diversos subtipos, es muy agresivo y no tiene tratamiento específico. Hasta el momento se utiliza la quimioterapia convencional, pero la respuesta es mala y no logra disminuir el avance de la enfermedad. Si bien la tasa de incidencia de esta afección no es de las más altas (si se compara con otros tipos de cáncer como mamas o pulmón), tampoco se trata de una afección inusual.
“El objetivo es generar terapias que sean más específicas, que funcionen mejor y tengan mayor capacidad de respuesta para este tipo de linfoma. No solo se trata una fórmula antitumoral que aumente la sobrevida de los pacientes, sino también que los fármacos utilizados no tengan tantos efectos secundarios problemáticos como quizás lo tiene la quimioterapia”, resalta Cayrol en diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQ.
El linfoma de células T es un tipo particular de linfoma no Hodgkin que, además de ser el agresivo, es el que tiene peor pronóstico de sobrevida. A nivel mundial, se estima que hay 550 mil casos por año y representa el 3 por ciento de las muertes por patologías oncológicas. Con respecto a Argentina, la incidencia estimada anual oscila entre 5 y 8 casos cada 100 mil habitantes.
Aunque en los últimos años se aprobaron nuevos tratamientos, tienen muchos efectos no deseados y la quimioterapia tradicional no solo tiene una mala respuesta, sino que también provoca recaídas frecuentes. “Se habla de cáncer en términos generales, pero depende del origen porque cada tejido tiene sus particularidades. Entonces, no todos los tipos tienen la misma genética ni el mismo comportamiento. Eso hace que algunos tratamientos funcionen para algunos subtipos del mismo cáncer, pero no para otros”, destaca la investigadora.
Estudiar para conocer
Para poder pensar en otros tratamientos diferentes a los que utilizan, Cayrol primero tuvo que conocer cómo era el linfoma de células T a través de estudios generales. Eso no solo le permitió encontrar el talón de Aquiles de esta afección, sino también buscar nuevas terapias y mejorar las actuales.
“En el contexto de los linfomas, las hormonas tiroideas generan que este tipo de cáncer crezca más de lo esperado, se disemine por el cuerpo, contribuyendo al fenotipo maligno característico de esta patología. Cuando estudié a nivel molecular cómo es el mecanismo por el cual sucede esto, encontré que existe una proteína en las células del linfoma que se llama integrina y a través de la cual las hormonas tiroideas promueven estos efectos no deseados”, subraya a la Agencia.
Todas las células del cuerpo necesitan las concentraciones adecuadas de hormonas tiroideas para que el organismo funcione de manera correcta. Sin embargo, en el contexto de los linfomas, estas hormonas afectan de manera negativa a las células tumorales, promoviendo la progresión de la enfermedad.
Al respecto, Cayrol detalla: “Todos estos años me dediqué a estudiar cómo bloquear esos efectos no deseados. De hecho, utilizo como modelo una droga que se utiliza para otro tipo de cáncer y tuve buenos resultados. También lo combiné con otras terapias que se usan para otro tipo de linfoma, mejorando su eficacia. Entonces, la idea es tratar de demostrar que estos fármacos podrían funcionar en pacientes con linfoma de células T”. La meta es que, a través de toda la información recabada en los diferentes estudios, se puedan probar drogas que ya se emplean para otras patologías oncológicas (reposicionamiento farmacológico) para los paciente con linfomas T.