Lionel Messi tuvo su noche soñada en Núñez. En lo que fue su último partido oficial por Eliminatorias sudamericanas en el estadio Monumental, el capitán argentino marcó dos golazos en el triunfo 3-0 de la Selección ante Venezuela, por la anteúltima fecha rumbo al Mundial 2026, al que la Albiceleste ya está clasificada.
El clima había comenzado mucho antes del pitazo inicial. Consciente de que sería su despedida de esta clase de compromisos en territorio nacional, Messi pisó el césped entre lágrimas durante el precalentamiento, acompañado por una ovación ensordecedora que bajaba de las tribunas. Su emoción contagió a todos, incluso al propio cuerpo técnico encabezado por Lionel Scaloni.
En el desarrollo del partido, la Vinotinto ofreció resistencia hasta los 39 minutos del primer tiempo. Allí llegó la primera obra de arte: Paredes recuperó en el medio y lanzó un pase perfecto para Julián Álvarez, quien encaró y, en lugar de definir, asistió al protagonista de la noche. Messi, rodeado de defensores y con el arquero encima, resolvió con un toque sutil por encima de todos, una definición de crack que desató un abrazo colectivo.
El segundo gol llegó en la recta final. Rodrigo De Paul profundizó para Thiago Almada, que desbordó y asistió hacia atrás. Allí apareció nuevamente la Pulga para empujar la pelota a la red y hacer vibrar al Monumental. Estuvo cerca del hat-trick, pero el juez anuló otra vaselina por posición adelantada.
Las estadísticas también hablan: fue el gol N°134 de Messi con la Selección, el N°36 en Eliminatorias y el octavo en el actual certamen. Pero más allá de los números, el partido se vivió como un homenaje. Desde las tribunas, Antonela Roccuzzo acompañó cada instante con emoción, mientras los hinchas recordaban cada conquista de un recorrido histórico: el Mundial de Qatar 2022, las Copas América, la Finalissima, el Mundial Sub 20 y la medalla olímpica.
La victoria ante Venezuela fue una celebración colectiva, pero sobre todo una despedida a la altura de la leyenda. Messi se fue del Monumental como lo merecía: ovacionado, con goles de colección y con el reconocimiento eterno de un país que lo abraza como ídolo máximo.