Queja por olores nauseabundos

Vecinos de Cerrito y 178 (Bernal Oeste) se reunieron para reclamar por las fuertes emanaciones de una empresa dedicada a la fabricación de grasas y aceites

Un verdadero olor nauseabundo. Eso es lo que sienten, todos los días, los vecinos de Cerrito y 178 en Bernal Oeste, ya que una empresa dedicada a la fabricación de grasas y aceites emana olores que hacen imposible la habitabilidad en el barrio.
Con la llegada de las altas temperaturas, el problema creció en mayor medida, generando mucha indignación en los lugareños que exigieron respuestas inmediatas a la citada grasería y al Municipio de Quilmes para que clausure el lugar por no cumplir con las normas de higiene correspondientes.
«Así no se puede vivir. El olor es impresionante. Hoy (por ayer) no se siente tanto pero hay días y horarios en los que no se puede estar. Hemos pedido soluciones y hasta hablado con gente de la empresa pero nunca obtuvimos respuestas positivas. Nos toman el pelo», contó un lugareño en diálogo con un equipo periodístico de Diario El Sol.
Durante la mañana de ayer, una importante cantidad de habitantes del mencionado sector de la localidad de Bernal se dio cita en el ingreso al inmenso galpón con el objetivo de ser escuchados por las autoridades de «La Grasera», como la llaman en el barrio, pero fueron ignorados.
En este marco, en la zona se pudo comprobar que lo expresado previamente por los lugareños era cierto. Las emanaciones son irrespirables. El hedor no sólo se siente en las cercanías a las citadas intersecciones sino que también llega en algunas oportunidades, a Quilmes Centro, Oeste y Bernal Este; a pesar de que hay varias cuadras de distancia.
En cuestión, los residentes denunciaron una postal asquerosa en el edificio, al hallar carne, grasa y huesos de animales muertos acumulados en una montaña. Tal situación generó enojos por doquier en los miembros de la comunidad, quienes a diario, observan como camiones de gran porte llegan a Cerrito y 178 con desechos de animales.
«No podemos respirar. Nuestros familiares no quieren venir a visitarnos porque no soportan el olor. Hemos realizado muchas quejas pero nadie nos da una respuesta», señaló una vecina.

La imagen es más que elocuente: una montaña de desperdicios
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