El último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizado en septiembre pasado reveló que más de mil millones de personas en el mundo viven con algún trastorno mental, una cifra que posiciona a la salud mental en uno de los mayores desafíos sanitarios globales, al convertirse en la segunda causa de discapacidad prolongada.
Estos trastornos generan años de vida saludable perdidos, implican gastos en atención de salud para las personas y las familias afectadas y ocasionan pérdidas económicas sustanciales en todo el mundo. En esa línea, la National Comorbidity Survey Replication estima que casi 3 de cada 10 personas desarrollarán algún trastorno de ansiedad a lo largo de su vida.
La ansiedad, junto con la depresión, figura entre las afecciones más comunes y afecta de manera desproporcionada a las mujeres. A pesar de la existencia de tratamientos eficaces, solo una de cada cuatro personas con trastornos de ansiedad recibe atención adecuada.
Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, especialistas de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad (AATA) advierten que la ansiedad, cuando se vuelve excesiva y persistente, puede transformarse en un trastorno que interfiere con la vida cotidiana si no se trata a tiempo por profesionales de la salud.
“Entre los síntomas más frecuentes aparecen la impaciencia, el cansancio, la irritabilidad, las contracturas musculares y los pensamientos catastróficos. A largo plazo, este cuadro puede evolucionar a depresión.
No obstante, con el acompañamiento profesional, información adecuada y confiable y tratamiento farmacológico cuando corresponde, es posible recuperar el bienestar”, explica la doctora Laura Liceaga, médica especialista en Psiquiatría Magíster en Psiconeurofarmacología y presidenta de la AATA.
“Es importante que las personas comprendan que recibir la indicación de un antidepresivo o una benzodiazepina como parte del tratamiento para la ansiedad excesiva o patológica no debe generar temor ni rechazo. Estos medicamentos, bien prescritos y supervisados, pueden ser herramientas muy útiles para aliviar los síntomas y permitir que el paciente recupere calidad de vida», señala el doctor Enzo Cascardo, médico psiquiatra.
Cascardo, quien es director del Centro de Investigaciones Médicas en Ansiedad (CentroIMA) y presidente honorario de la AATA añadió: «lo fundamental es entender que el tratamiento farmacológico debe ir acompañado de hábitos de autocuidado, como una alimentación equilibrada, actividad física, descanso adecuado y espacios de conexión emocional. La salud mental se construye día a día, y el bienestar integral es parte del proceso terapéutico”.