1 de Mayo: La lucha continúa

De los Mártires de Chicago a nuestros días

La revuelta de Haymarket en Estados Unidos,en 1886 fue el orígen del 1º de Mayo. Este hecho es, precisamente, el que se conmemora con el Día Internacional del Trabajo: el violento desenlace, de una huelga en las fábricas de Chicago, que por entonces era el segundo polo industrial del país del norte. La Federación Estadounidense del Trabajo había convocado a una protesta el 1º de mayo para exigir una jornada laboral de ocho horas. Una nueva ley les daba ese derecho a los empleados de oficinas federales y de obras públicas, pero no a los obreros industriales. La huelga llegó a movilizar a unos 350.000 trabajadores en todo el país, pero tuvo su epicentro en Chicago, donde los trabajadores tenían jornadas de hasta 14 horas. La tensión con las patronales llegó a su punto más álgido el 4 de mayo, cuando los gremialistas convocaron a una manifestación en el parque de Haymarket, a la que asistieron unos 20.000 obreros.
Durante el discurso del anarquista Samuel Fielden, un desconocido arrojó una bomba contra la policía. Un agente murió y otros 60 resultaron heridos.Cundió el pánico y las autoridades abrieron fuego contra la multitud.
El incidente acabó con 38 obreros muertos, además de un centenar de lesionados. Varios dirigentes sindicales fueron ahorcados un año después tras un cuestionado proceso judicial. A los obreros que dieron su vida, durante aquellas protestas se los recuerda como «los mártires de Chicago» y, desde entonces, los sindicatos ganaron terreno en todo el mundo. Desde este hecho histórico y lamentable que enlutó a los trabajadores hasta nuestros días muchas luchas han continuado, con diversos resultados, reivindicaciones pendientes, despidos arbitrarios, condiciones inhumanas para desarrollar una tarea…

Juan Domingo Perón: «La dádiva no hace la felicidad»

En un nuevo 1º de Mayo, recurrir al pensamiento de quienes potenciaron el trabajo como herramienta fundamental para la superación personal y el nivel de vida de sus familias, es fundamental para entender la coyuntura. Y el tres veces Presidente de la Nación y líder obrero Juan Domingo Perón, es una fuente de riqueza en materia de definiciones respecto del lugar que debe ocupar el trabajo en una sociedad cada vez más mercantilista y competitiva.
«Hemos deseado siempre que la Nación fuese una fuerza organizada de hombres de trabajo, sin distinguir en ningún momento entre quienes luchan en el campo o en la ciudad»-decía Perón en relación a este segmento fundamental en la pirámide de la producción-.
«Hay que llegar por el sistema justicialista a una asociación natural entre mano de obra, máquinas, administración y capital»-destacaba el líder y recordaba-«las virtudes del pueblo están presentes de una manera uniforme en todos los sectores del trabajo nacional» y dejaba en claro que «no es la dádiva o el empréstito, el que hace la felicidad del hombre y de los pueblos, esa felicidad se obtiene por un solo camino: el trabajo y el sacrificio».
Asimismo, el máximo referente del Justicialismo reflexionaba: «Hoy podemos ofrecer al mundo el espectáculo de un país en cuyo seno el trabajo, en cualquier parte que se preste, es fuente de derecho para la seguridad social» y arengaba que «en esta tierra, el trabajo es un deber y es un derecho y ha de estar siempre remunerado con justicia».
Perón siempre tuvo en claro que «la suprema dignidad de los trabajadores, es su trabajo» y recordaba que «en la Doctrina Justicialista lo que vale es el trabajo y el hombre que lo produce. Que el trabajo no sea para nadie una indignidad, sino una virtud nacional. Los obreros que no quieren la injusticia y el abuso del capital no tolerarán tampoco el abuso de los obreros».
El líder del Justicialismo también dejaba su legado al sostener: «Para mí la esperanza de consolidar una Argentina Justa, Libre y Soberana, está puesta en la clase trabajadora» y valoraba el rol de la clase obrera al sostener que «a los trabajadores argentinos, les debe la Patria su grandeza, su felicidad y la posibilidad de haber impuesto el justicialismo en este país» y también le dejó un mensaje a la dirigencia gremial: «La fuerza del sindicalismo reside en una unidad absoluta de la clase trabajadora» y ratificaba allá por 1060: «Nosotros constituimos un gobierno de trabajadores. En esta tierra, el trabajo es un deber y es un derecho y ha de estar siempre remunerado con justicia».
Para sus descamisados el mensaje era claro: «El trabajador argentino que no preste su leal y sincero apoyo a la Secretaría de Trabajo y Previsión, no sólo es un traidor a la clase trabajadora, sino que es un traidor a la Patria» y sostenía: «El que los trabajadores sean misioneros de Perón implica tácticamente el triunfo de nuestra doctrina en la Patria».
Y casi como un consejo ante la política y las elecciones, les dejó un mensaje a los obreros: «El salvador del pueblo será el pueblo y los salvadores de la clase trabajadora serán los trabajadores».
Sobre los que muchas veces se creen por encima de sus representados, Perón ponía las cosas en su lugar: «Nuestro movimiento no ha traído hombres para ser figurones, sino obreros para sacrificarse en el trabajo» y rescataba: «La base del gobierno justicialista son los trabajadores. Solamente la inmensa masa de trabajadores argentinos, hoy, como en la época de nuestra independencia, puede salvar a la Nación » -destacaba-.

Juan Domingo Perón y su concepción sobre los trabajadores

La visión del Papa Francisco: «el trabajo como fuente de dignidad»

No es la primera vez que el Papa Francisco se refiere a la situación de los trabajadores en un mundo globalizado, donde la competencia a veces es salvaje y lleva, en su carrera loca por ganar cada vez más espacios, a la degradación del ser humano.

La dignidad que el trabajo otorga

El Santo Padre insistió en la dignidad que el trabajo otorga al hombre. «Los hombres y las mujeres se nutren del trabajo como el trabajo es fuente de dignidad. Por esta razón, en torno al trabajo se edifica todo el pacto social. Porque cuando no se trabaja, se trabaja mal, se trabaja poco o se trabaja demasiado, es la democracia la que entra en crisis».
Es de esta forma en que se deben ver, explicó, los retos que plantean las transformaciones sociales y laborales auspiciadas por el desarrollo tecnológico. «Es necesario mirar sin miedo, pero con responsabilidad, a las transformaciones tecnológicas de la economía y de la vida, y no resignarse a la ideología que imagina un mundo donde solo la mitad o, quizás, dos tercios de los trabajadores trabajarán, y el resto estará mantenido por una asignación social»-puntualizó el Jefe Mundial de la Iglesia Católica-.
«Hay que tener claro que el objetivo verdadero no es la prestación económica para todos, sino el trabajo para todos. Porque sin trabajo para todos, no habrá dignidad para todos». «El trabajo de hoy y de mañana será diferente, pero deberá ser trabajo, no jubilación».
Francisco advirtió contra los «nuevos valores de las grandes empresas y de las grandes finanzas que no son valores en línea con la dimensión humana y, por lo tanto, con el humanismo cristiano».

El papa Francisco

Lech Walesa: «repartir el trabajo»

El líder de la resistencia sindical polaca durante la dictadura, que de soldador llegó a ser Presidente de su país y premio Nobel de la paz, Lech Walesa, es un referente a la hora de conocer su pensamiento sobre el trabajo.
«Vivimos un nuevo tiempo, pero todavía no hemos encontrado soluciones para los problemas de esta época. En el pasado, bastaba mirar los datos de desempleo de un país para conocer qué estaba pasando, aislar esa información ahora es imposible en un contexto globalizado. El desempleo es el mal de nuestro tiempo. Cuantas más personas sin trabajo, menos impuestos recaudaremos para pagar los servicios públicos, menos productos compraremos con el consecuente debilitamiento de la economía y más cerca estaremos, entonces, de una nueva revolución. Es falso que no haya suficiente empleo para todos. Debemos insistir en esa línea: el reparto equitativo del trabajo como fuente de riqueza. No podemos aguantar ni permitir más desempleo»-dejó fijada su postura-.
El otrora líder del Movimiento Solidaridad, de Polonia, declaraba: «Los trabajadores ahora más que nunca temen al desempleo. Conocen las consecuencias de la automatización y saben que esta revolución de los robots puede dejarles sin sustento.
Urge un cambio de perspectiva. La máquina es muy importante para el ser humano, hay que dejar de pensar que expulsa al hombre y le quita el trabajo. Las máquinas están aquí para ayudarnos, para hacer nuestro trabajo y reportarnos dinero. Si modificamos la actitud y dejamos de sentirnos en guerra con las máquinas, todo será más fácil. Comenzamos a ver tentativas de renta básica universal, quizá esta sea la fórmula del futuro cuando las máquinas trabajen por nosotros».

Lech Walesa y su mirada sobre los trabajadores
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