China evalúa represalias frente al incidente diplomático con Argentina

Las tensiones entre China y Argentina han alcanzado un punto crítico luego de la reunión secreta de la canciller Diana Mondino con la representante de Taiwán. Este incidente diplomático ha desencadenado la evaluación por parte del Gobierno chino de posibles represalias económicas que podrían tener un impacto significativo en la economía argentina.

En primer lugar, China está considerando exigir el pago del tramo del swap utilizado por Argentina, aproximadamente 5000 millones de dólares más intereses. Este proceso, que podría extenderse por meses o incluso años debido a la burocracia china, podría incluir el embargo de exportaciones argentinas como medida de presión.

Como respuesta a la tensión, China ha comenzado a priorizar a Brasil en sus compras de soja y maíz, reduciendo su dependencia de Argentina en estos sectores. Los embarques de granos brasileños a China ya representan más del 40% de las importaciones de estos productos.

Además, se evalúa la posibilidad de que China deje de comprar carne a Argentina, explorando alternativas como la carne australiana y el ganado en pie de Uruguay. Se suspende el proceso para levantar barreras sanitarias y se revisa la compra de menudencias de carne.

Este cierre del mercado chino para la carne argentina sería perjudicial para la industria, que destina la mayoría de sus exportaciones a China. La reunión de Mondino con la representante de Taiwán ha exacerbado las tensiones bilaterales entre China y Argentina, agravadas por las preferencias de Argentina por Brasil en ciertos acuerdos y su retiro de los Brics.

Expertos advierten que romper relaciones con China tendría consecuencias graves para la economía argentina y podría resultar en la pérdida de millones de puestos de trabajo. La relación comercial entre ambos países ha sido crucial para las exportaciones de soja, carne y otros productos, representando un porcentaje significativo del comercio exterior argentino.

En resumen, la situación actual representa un desafío diplomático y económico para Argentina, con posibles consecuencias negativas en sectores clave de su economía.

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