Doña Rosa celebra sus 40 años

Un 29 de septiembre de 1983, nosotros: Lilian, Gustavo y la abuela Rosa, abrimos un pequeño y nada céntrico local de Quilmes, de avenida Yrigoyen casi San Lorenzo. Con más dudas que certezas, contábamos con muy pocos elementos, pocas máquinas, poco de todo, pero muchas ganas y fe. Bastan esas dos condiciones para lograr cosas importantes.

La consigna era hacer las mejores pastas frescas del mundo; ese fue nuestro slogan inicial, pretencioso, ambicioso pero genuino. Buscamos las buenas harinas del país, ricota cremosa, carnes, quesos de primera calidad y verduras frescas de las quintas cercanas. Es decir, óptimas materias primas para elaborar todos los días las tradicionales pastas que los argentinos elegimos para nuestra mesa familiar.

Al poco tiempo, en 1988, tuvo lugar la pequeña sucursal en la calle Alem, esquina San Martín (Quilmes Centro), hoy en un espacio más importante. Carlos, mi hermano, en el 89 instala una nueva fábrica con su familia en Sarandí, logrando pronto muy buena repercusión. Fruto de ese éxito, pocos años después él abre una sucursal en calle Las Flores, Wilde. Tradición familiar. Nosotros en 1990 nos mudamos a la esquina de Yrigoyen y San Lorenzo. Luego, en el 92, una mini sucursal en Cerrito y Chacabuco, Bernal Oeste. A partir del 2000 y con recetas originales, comenzamos con la producción de alimentos libres de gluten: pastas congeladas, pan, postres, tartas, pizzas, etc. Poco después, una gran variedad de fideos secos que colman las necesidades de aquellos que necesitan una dieta sana y sin gluten.

Telma, joven chef e hija de Carlos, se instaló en Barracas, siempre con la misma filosofía de trabajo. Abrió su local en Patricios y Villafañe con singular éxito. Ahí nomás, Emiliano Castignola se entusiasmó con la pujante ciudad de Berazategui y estableció allí su fábrica en calle 148, donde fue calurosamente recibido por el público local, produciendo además pastas secas como los tradicionales orecchiette. Es nuestro deber agradecer a todos los colaboradores que compartieron con nuestra familia esta aventura. Los llevamos en el corazón.

Ayer y hoy le debemos a nuestro barrio la confianza y la fidelidad que solo los amigos pueden brindar.

El ARTE DE LA PASTA

Cuando el siglo 20 se iba apagando, dejando atrás tantas cosas trascendentales para nuestro país y el mundo, en Nuestra Ciudad se encendía una pequeña luz de esperanza, un refugio donde hacer cultura desde abajo, desde el barrio y con los vecinos. Simplemente fue abrir las puertas de una vieja casa familiar y dejar entrar ángeles y duendes para demostrar lo que se puede hacer cuando el pueblo tiene oportunidades. De ahí en más, los grandes maestros de la escena quilmeña, artistas plásticos, poetas, artistas líricos, músicos y toda cuanta manifestación cultural se ofreció, transcurrió con naturalidad por los espacios que Nuestra Casa fue creando a medida que el tiempo transcurría.

Comenzamos con las salas para muestras plásticas. Más tarde, y a todo pulmón, se emplazó la Sala 1, donde surgieron obras colectivas como «Picnic un Río con Historia» (año 2002, aún en cartel), emblema del teatro comunitario de nuestra Ciudad. La Orquesta Típica Ciudad de Quilmes (hoy Municipal). Luego el Taller de Mosaico Azzurro, primero en su género en zona sur. Poco después (año 2008) se emplazó la Sala 2, donde los espectáculos de cámara encontraron un ámbito adecuado. Si bien muchas figuras nacionales desfilaron en los escenarios de DR, sentimos un especial reconocimiento a los artistas de nuestra ciudad, medios de comunicación, y fundamentalmente a los vecinos que desde el comienzo acompañan nuestras propuestas. Ellos son la auténtica razón de ser de esta casa. ¡Gracias!

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