«Era una niña golpeada…»

Todos los relatos en el juicio que se le sigue a la madre Silvana Lafuente como a la pareja de la mujer, Pablo Verón Bisconti refieren a hechos de violencia que tenían como víctima a la pequeña de 7 años. La semana próxima seguirá el delicado juicio

La segunda audiencia por el caso de Priscila Leguiza Lafuente, la nena de 7 años a los que su madre y su pareja la mataron a golpes, para luego incinerar el cuerpo en una parrilla y finalmente arrojarlo en un arroyo de Berazategui continuó ayer con un denominador común. Todos los testigos hasta el momento, los siete que han comparecido, hicieron referencia a que “Priscila era una niña golpeada y se encontraba en estado de abandono”.
Ayer fue el turno de tres vecinas que no dudaron en indicar que tuvieron intenciones de realizar la denuncia sobre el estado de la pequeña pero que en la seccional correspondiente no se la habían tomado por no ser familiares directos. Hasta el momento en lo desarrollado en el proceso quedó a las claras expuesto que los organismos del Estado en caso de haber actuado a tiempo se hubiera evitado el aberrante crimen de la criatura.
Fue el propio padre biológico, Gabriel Leguiza, en la primer audiencia cuando narró como él mismo le solicitó celeridad a las autoridades policiales cuando la imputada Silvana Lafuente se llevó a la menor y nunca la devolvió al hogar del denunciante a pesar que éste tenía la guarda de la niña.

“Con una vecina vimos como tenía el cuello con moretones y lesiones, por eso quisimos hacer la denuncia, pero nos dijeron que no podíamos”, coincidieron los declarantes en la jornada de la víspera. Asimismo estaba previsto el comparendo de uno de los hermanos de Priscila que por razones de salud no se pudo llevar adelante.
Los vecinos convocados aseguraron que el matrimonio golpeaba a los pequeños. “Eran los únicos chicos del barrio a los que no los dejaban salir”, dijeron.
Según consta en las actuaciones judiciales, el viernes 3 de enero de 2014 a la noche Priscila sufrió una paliza brutal y luego la acostaron a dormir. Al otro día, cuando la fueron a despertar, la nena estaba muerta. Primero trataron de quemar el cuerpo. Según determinaron los investigadores, lo pusieron en la parrilla ubicada en el jardín de la casa, lo cubrieron con papel de diarios, maderas, kerosene y lo prendieron fuego.
Como finalmente no pudieron quemarlo, la noche del sábado 4 el matrimonio metió el cuerpo de la nena en una bolsa de consorcio y lo llevó en un carrito de bebé hasta el arroyo “Las Conchillas”, ubicado a 800 metros de la casa familiar.
Los testigos de la víspera fueron tajantes contra Silvana Lafuente como Pablo Verón Bisconti en cuanto a la violencia en contra de la nena a preguntas de la fiscal Mariel Calviño; los defensores oficiales, Santiago Romero e Ignacio Tranquillini.

El rol del pastor

Una de las referencias constantes en las audiencias de debate ha sido un pastor evangélico de apellido Lezcano al que la mayoría de los testigos mencionó e indicaron que les habría sugerido a los imputados que “se deshicieran del cuerpo ya que si no encontraban los restos de Priscila no habría delito”.
Los jueces Mónica Rodríguez, Gustavo Farina y Juan Mata pasaron a un cuarto intermedio hasta la semana próxima cuando siga el debate.

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