Historia en primera persona: la batalla de Los Kilme

Delfín Gerónimo es integrante de la Comunidad y, en diálogo con El Sol, relata cómo le afectó a la cultura de aquel poblado el destierro que sufrieron sus mayores tras ser colonizados por los españoles. Además, se refiere a la situación social actual

Una larga historia de colonización llevó a que los Indios Kilme y los Acalianos se trasladen de un sector a otro de nuestro país. Se corrieron de tal modo, que 200 familias llegaron al territorio que hoy se conoce como la ciudad de Quilmes.

La comunidad propiamente dicha se estableció en los Valles Calchaquíes, aproximadamente, a fines del siglo XV y durante los dos siglos siguientes (XVI y XVII), opusieron una fuerte resistencia a los españoles. Pero finalmente, la derrota ante el gobernador de Tucumán, Alonso Mercado y Villacorta, derivó en su desplazamiento.

Durante el trayecto de más de 1.200 kilómetros que comprende la distancia entre la provincia del noroeste argentino hasta La Reducción de Santa Cruz de los Quilmes, casi a orillas del Río de La Plata, integrantes de la colectividad, específicamente mujeres, decidieron quitarse la vida arrojándose al vacio con sus niños en brazos.

En este sentido, es válido aclarar que la colonización española no solo implicó el destierro de la comunidad, sino que también afectó a los distintos aspectos de su vida, tales como su cultura y sus costumbres. Por ejemplo, su lengua original, el cacán, no se habla más.

«El cacán fue el antiguo idioma pero después vino el español e impuso el castellano. El cacán no se habla, no se puede establecer una conversación en ese idioma, aunque si quedan nombres de plantas, de lugares, hasta apellidos de familias que son de origen cacán», señaló Delfín Gerónimo, de 63 años, integrante de la colectividad, quien agregó:»es una falencia para un pueblo, es un faltante…es un problema para nosotros, sentimos que nos falta algo, es algo que no se puede revertir. Ojalá en algún momento podamos recrear ese idioma».

En cuanto a la educación de la lengua, indicó que en Tucumán tienen los mismos programas que Buenos Aires y que «se manejan con la misma forma de enseñanza. Sin embargo, nosotros hemos ido avanzando con una legislación que nos permite incluir algunos contenidos que tienen que ver con nuestra historia, con nuestra cultura y nuestro arte. Se van incorporando con mucho trabajo porque también el sistema educativo es muy rígido, no te permite incluir cuestiones nuevas».

Actualmente, su población se compone de, aproximadamente, 800 familias, todas ellas distribuidas en 14 pueblos: El Paso, Los Chañares, El Carmen, Quilmes Bajo, Quilmes Centro, Rincón de Quilmes, Las Cañas, El Bañado, Anjuana, Talapaso, El Pichao, Colalao del Valle, El Arbolar y Anchillos. La cantidad de familias depende de la capacidad de agua y de la cantidad de agua que haya para distribuir, para tomar y sembrar, señaló Gerónimo.

Y en cuanto a sus condiciones de vida, se destaca que «en algunos (pueblos) no hay luz eléctrica porque son escasas las familias…Tenemos el problema que tiene toda población que vive en el campo, que no hay trabajo para los jóvenes, entonces muchos emigran».

Al recordar lo acontecido hace ya 354 años, Gerónimo, en lo que respecta a la religión, detalla que «se aplicó la religión católica. Es así que hoy en día, el 100 por ciento de las personas es católico. Sin embargo, esa religión convive con nuestra antigua espiritualidad, que es nuestra creencia sobre el poder de la Pacha Mama, de la Madre Tierra. Es una forma de pensar y de actuar del hombre dentro del mundo o la naturaleza».

«Para nosotros, agosto es el mes más importante, sobre todo el primer día. Se hacen ceremonias, que pueden ser de agradecimientos comunitarios, familiares o individuales», señaló el lugareño, que además explicó que «consiste en agradecer al ente naturaleza por lo que te da, porque ella te da el agua, el aire, la luz y principalmente el alimento. Entonces, se hace agradecimiento sobre esos bienes, se entierran alimentos y bebidas», al tiempo que indicó que hay lugares especiales para llevar a cabo la acción.

La ofrenda puede realizarse desde el primero de agosto hasta fin del mismo (el periodo comprendido desde el primer día del mes hasta el tercero es el más importante).

«La tierra tiene que estar en paz, tranquila, porque está preparándose para germinar la semilla. Hay elementos que se utilizan de limpieza porque el mes es como un inicio de ciclo productivo y lo del año anterior tiene que sacarse, se limpia la casa, se limpia con humo o con sahumerios de plantas medicinales nuestras para que se renueve el hogar».

Sin embargo, también se vieron obligados a adecuarse a un nuevo modo de trabajo, de relación con quienes habían vencido y a nuevas leyes, aunque continúan siendo un pueblo agricultor, viviendo así, en gran parte, a través de la cría de animales (vaca, ovejas y cabras).

Cabe mencionar que la comunidad, desde la década del 90, logró comunicarse con habitantes de la ciudad homónima y, según lo relatado por el hombre de raíces del pueblo originario, «la gente de allá se ha sentido muy identificada con nosotros, a pesar de no tener sangre de los Kilme. Eso nos alegra mucho porque a pesar de no haber podido encontrar descendientes de aquellos que han llegado, sentimos una parte nuestra a la ciudad».

En cuanto al habitante más representativo de la comunidad, hay que hacer referencia al cacique Francisco Chaile (imagen), quien fuera elegido por sus pares en 1998.

Por último, se precisa que los 14 pueblos originarios que integran la colectividad de los Kilme se organizan bajo un Consejo de Delegados.

LA CIUDAD SAGRADA

Desde tiempos inmemorables, la Ciudad Sagrada fue el centro de desarrollo social y cultural del pueblo en el arte, la medicina, la astrología y su espiritualidad. Allí se encuentran los Centros Ceremoniales de mayor significancia, donde Titaquines, Sabios y Maestros realizaban ceremonias y ofrecían sus conocimientos basados en lo que respecta a la Madre Tierra y lo que lo rodea.

Teniendo en cuenta la importancia para los lugareños que posee este espacio, Gerónimo apuntó: «tiene un significado histórico y espiritual pero allí no vive gente, la Ciudad Sagrada no está en donde hoy vive la gente. Sin embargo, lo sentimos así, hemos luchado para recuperarla…La gente siente que eso es lo que nos identifica como pueblo y comunidad, ese sitio arqueológico, ese sitio sagrado, por eso le hemos dado el carácter de Ciudad Sagrada».

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