La necesidad de una Reforma Judicial Feminista

El Poder Judicial es el bastión del patriarcado. Sus asimetrías internas impactan en la administración de justicia y dan como resultado procesos y sentencias que nacen y se desarrollan en un sistema verticalista, clasista y patriarcal.
El Poder Judicial ha sido siempre el garante del sostenimiento del status quo, conservador y resistente a los cambios, a diferencia de los otros dos poderes del Estado.

La Colectiva de Trabajadoras Judiciales denunció hace pocos días que el 95 % de las mujeres trabajadoras judiciales sufrió algún tipo de violencia en su ámbito laboral.

Hay una naturalización de este tipo de violencia. Las trabajadoras tuvieron que cambiar de dependencia laboral para no perjudicar su carrera, y los responsables de la situación no tuvieron sanción alguna.

El 77 % de las víctimas que no hicieron la denuncia, pertenecen al Poder Judicial, y no creen en él.
Repetimos esto: las mismas trabajadoras judiciales no denuncian porque no creen en el Poder Judicial.

Si el mismo Poder Judicial se comporta de este modo con quienes forman parte, ¿podemos creer que activará los mecanismos necesarios, en tiempo y forma, para acompañar la necesidad de transformación social que ayude a las mujeres que denuncian lo mismo desde afuera?

El Poder Judicial debe ser la institución clave para impulsar la transformación social con perspectiva de género. Pero para que eso pueda ocurrir, tiene que estar a la altura de las circunstancias.

Debe ser el espacio en el que se activen con fuerza y firmeza las herramientas del Estado para luchar contra todo tipo de violencia, e impedir que estemos contando los femicidios cada 30 horas.

Y los números se disparan cuando hablamos de los casos de violencia que no llegan a muerte, pero que van aniquilando las vidas de las víctimas, que viven con miedo y sin libertad.

La encuesta de la Colectiva de Trabajadoras Judiciales de la Provincia de Buenos Aires desnuda una realidad interna que explica la desidia. Hacia adentro del Poder Judicial, las mujeres que lo integran gritan sin que nadie las oiga, o callan por temor a represalias.

Si ese mismo Poder es el que debe activarse para cuidarnos a todas, y quienes lo conforman no creen en él, es momento de revisarlo todo, seria y profundamente.

Karina Prieto
Abogada – Tº III Fº 145 CAQ

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