Milei acusó a la ONU de socialista: críticas que podrían «aislar» al país

La mayoría de los analistas y políticos argentinos coincidieron en que su postura podría tener consecuencias negativas para el país, especialmente en términos de relaciones internacionales e inversiones futuras.

El presidente argentino, Javier Milei, protagonizó un nuevo capítulo de su estilo polémico, esta vez en un escenario global. Por primera vez se presentó ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), donde lanzó duras críticas contra el organismo, al que calificó de «socialista» y acusó de haber adoptado políticas que llevan a un «rumbo trágico». Acompañado por su hermana Karina, la Canciller Diana Mondino y el ministro de Economía Luis Caputo —quien lo filmaba con una sonrisa desde el público—, Milei afirmó que Argentina abandonará su tradicional postura de neutralidad en los conflictos internacionales y se posicionará «a la vanguardia en la lucha por la libertad».

Milei no escatimó en acusaciones y críticas, señalando que la ONU fue responsable de la «violación sistemática de la libertad» durante las cuarentenas por la pandemia en 2020, las cuales, según él, deberían considerarse un «delito de lesa humanidad». Sin embargo, en su discurso, no hizo mención alguna a la crítica situación económica de Argentina, con niveles alarmantes de deuda externa, pobreza y desempleo, temas que evitó por completo.

El presidente reafirmó su identidad como «economista liberal libertario», enfatizando que su misión es combatir las «políticas colectivistas». En ese marco, anunció el fin de la histórica neutralidad argentina en asuntos globales y subrayó su alineamiento con Israel en el conflicto de Medio Oriente. Además, confirmó que Argentina no firmará el Pacto del Futuro, un acuerdo suscrito por 193 países miembros de la ONU, posicionándose junto a naciones como Rusia, Venezuela, Nicaragua y Corea del Norte.

En su discurso, Milei adoptó un tono mesiánico, citando al profeta Isaías y refiriéndose a «El Creador» como fuente del derecho a la vida, la libertad y la propiedad, principios que aseguró defender. Según el mandatario, la ONU se ha desviado de sus ideales fundacionales, convirtiéndose en un «Leviatán de múltiples tentáculos» que busca imponer un modo de vida a las naciones y ciudadanos del mundo.

Uno de los ejes centrales de su crítica fue la Agenda 2030 de la ONU, a la que tildó de ser un «programa de corte socialista» que atenta contra la soberanía de los Estados Nación y contra los derechos fundamentales de las personas. Según Milei, este proyecto profundizará el rumbo equivocado del organismo y responderá a los intereses de elites globales. Además, cuestionó la composición del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, criticando la inclusión de «dictaduras sangrientas» como Cuba y Venezuela.

Cercano al final, Milei mencionó brevemente la cuestión de las Islas Malvinas, criticando a la ONU por no cumplir con su deber de defender la soberanía territorial de sus miembros, y condenó la invasión rusa a Ucrania. No obstante, evitó hacer críticas directas a China, algo que se esperaba según rumores previos a su intervención.

Finalmente, en un tono grandilocuente, el presidente argentino sentenció que «estamos ante un fin de ciclo», y apuntó contra el «colectivismo» y la «agenda woke», a la que acusó de ser incapaz de ofrecer soluciones a los problemas reales del mundo. Así, cerró su discurso con un ataque final a las ideas de izquierda, afirmando que estas siempre intentan imponer modelos que restringen la libertad individual cuando los seres humanos actúan de manera diferente a lo que ellas dictan.

El primer discurso de Javier Milei ante la Asamblea General de la ONU provocó una reacción generalizada en el arco político argentino, que lo criticó por su enfrentamiento directo con el organismo internacional. Si bien algunos valoraron ciertos puntos, como el reconocimiento de los logros de la ONU, la mayoría coincidió en que el discurso fue contraproducente para los intereses de Argentina, y que su rechazo a la Agenda 2030 lo alineó con países como Rusia y Nicaragua.

Diego Guelar, exembajador en Washington, opinó que las críticas a la ONU eran razonables, pero cuestionó la decisión de desmarcarse de una agenda apoyada por países aliados como Estados Unidos y la Unión Europea, considerando que eso acerca a Argentina a «regímenes autoritarios». Por su parte, Fernando Petrella, ex vicecanciller, utilizó una analogía para señalar que criticar a la ONU por no resolver conflictos era como criticar a un código penal por no evitar delitos. Aunque reconoció que Milei no fue el único en criticar a la ONU, ya que otros líderes internacionales también lo han hecho, sugirió que el enfoque del presidente no era el más apropiado.

Desde sectores más críticos, el ex canciller Santiago Cafiero describió la postura de Milei como parte de una estrategia «disruptiva», pero advirtió que este tipo de posicionamientos no traen beneficios concretos a largo plazo y podrían aislar a Argentina en la comunidad internacional. Según Cafiero, mientras que otros países critican a la ONU, ninguno se «desengancha» del multilateralismo como lo hizo Milei.

En un tono diferente, Federico Pinedo, representante de Milei ante el G20, defendió el discurso del presidente, calificándolo de «valiente» y basado en los valores fundamentales de la vida, la libertad y los derechos humanos.

En resumen, aunque las críticas de Milei a la ONU fueron bien recibidas en algunos sectores, la mayoría de los analistas y políticos argentinos coincidieron en que su postura podría tener consecuencias negativas para el país, especialmente en términos de relaciones internacionales e inversiones futuras.

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