Santiago Caputo y la reacción descontrolada frente a Facundo Manes

Santiago Caputo y la reacción descontrolada frente a Facundo Manes
Santiago Caputo y la reacción descontrolada frente a Facundo Manes

El día de ayer, en la Asamblea Legislativa, un nuevo episodio de tensión política se vivió en los pasillos del Congreso, protagonizado por el asesor estrella de Javier Milei, Santiago Caputo, quien demostró una reacción desmesurada ante las palabras de Facundo Manes. La situación se desbordó cuando el reconocido radical, uno de los pocos legisladores que realmente se mostró como un opositor firme al Presidente, cruzó al mandatario de manera pública y desafiante, lo que derivó en un enfrentamiento personal e inesperado.

En medio de un clima cargado, Manes, aprovechando su rol de opositor en la asamblea, le lanzó duras críticas a Milei luego de que el Presidente agitará la Constitución Nacional en un acto que generó controversia y preocupación. Lejos de quedarse en el terreno de la confrontación política, Caputo, asesor cercano de Milei, decidió tomar el asunto de manera personal y, sin mediar más que unos pocos intercambios verbales, comenzó a perseguir a Manes por los pasillos del Congreso.

Este tipo de reacciones, más propias de un ámbito de confrontación físico que de un debate democrático, evidencian la falta de temple y madurez de quienes rodean al Presidente. Caputo, quien se suponía un asesor con la capacidad de manejar la tensión política, no sólo perdió los estribos, sino que también demostró que el entorno de Milei está lejos de estar preparado para manejar la crítica constructiva o la discrepancia política.

El episodio también resalta algo más preocupante: la falta de respeto a las reglas básicas de convivencia política. Manes, a pesar de ser uno de los pocos representantes de la oposición que se presentó en la asamblea, actuó en un marco institucional, mientras que Caputo cruzó una línea al tomar la disputa a un plano personal.

Más allá del altercado, lo cierto es que el comportamiento de los colaboradores de Milei deja mucho que desear y alimenta aún más el clima de polarización y división que caracteriza al actual gobierno. En lugar de fomentar el diálogo y la madurez en la política, este tipo de actitudes parecen confirmar que la estrategia de Milei no pasa solo por las políticas económicas, sino también por el uso de la confrontación y la agresividad como método de gestión.

Este episodio debe servir como una alerta: un gobierno que no tolera la oposición, que responde con hostilidad en lugar de reflexión, es un gobierno que renuncia al principio más básico de la democracia: el respeto a la pluralidad de voces. Lo ocurrido el 1 de marzo, lejos de ser un incidente aislado, podría marcar una tendencia peligrosa hacia una política de confrontación permanente.