El presidente Javier Milei se embarca en una nueva excursión internacional, esta vez hacia Miami, donde será honrado con el título de «Embajador Internacional de la Luz» por la comunidad Jabad Lubavitch. Este curioso reconocimiento, más propio de un evento de caridad que de un líder de estado, refleja la estrategia del mandatario de buscar respaldo y simpatía en círculos religiosos y conservadores, especialmente vinculados a Israel y Estados Unidos.
Sin embargo, más allá de este evento, Milei parece más un tour de celebridades que una misión oficial. Su agenda incluye un encuentro con Elon Musk, el multimillonario detrás de Tesla y la red social X, en un intento por capitalizar su afinidad política y buscar inversiones en el litio argentino. Además, hará una parada en Dinamarca para posar junto a aviones de combate F-16, una compra dudosa en la que se plantean serias interrogantes sobre el financiamiento.
Este viaje, en medio de la crisis económica y social que atraviesa el país, ha despertado críticas y cuestionamientos sobre su verdadera utilidad. Aunque se han mencionado algunas actividades más «oficiales», como discursos en universidades y reuniones con empresarios, la ausencia de una reunión confirmada con el presidente estadounidense Joe Biden arroja dudas sobre la efectividad y el propósito de este periplo internacional.
La decisión de Milei de embarcarse en este viaje parece más un intento de búsqueda de atención y validación internacional que una acción política fundamentada en las necesidades reales del país. Mientras tanto, los argentinos quedan expectantes, preguntándose si este derroche de recursos y energía realmente traerá algún beneficio tangible para la nación.
