«Yo no viajo para buscar un lugar en el mundo, sino para que el mundo sea mi lugar». Así comenzó su relato Gustavo Llusá, un joven arquitecto del distrito que visitó el Rotary Club Quilmes para contar su reciente viaje en el que visitó 49 países, algunos de América Latina y la mayoría de Europa, llegando hasta Siberia.
Desde su niñez comenzó a viajar con la imaginación; su primer viaje lo realizó en 1992, siempre con la práctica de hacerlo a dedo y llevando solo lo puesto, acompañado de su mochila, una bolsa de dormir, artículos de higiene y su smartphone, su herramienta fundamental en este tipo de viajes.
«Los turistas que aterrizan en un aeropuerto y combinan a otro y desde allí toman un taxi al hotel más cercano a la riqueza, no conocen un país, ni su gente, ni su geografía. Atravesar territorios de punta a punta es navegar por la sorpresa, la disparidad y la abundancia. Un espectáculo arrollador y en cierto modo indescriptible», relató Gustavo y agregó: «contrariamente a lo que se supone, viajar a dedo no implica hacer un viaje más lento. Incluso, en ocasiones, se avanza a un ritmo mayor al del transporte público».
En este, su reciente viaje que lo llevara desde República Dominicana hasta Siberia, Llusá concluyó: «la paciencia, en todos los casos, es la mejor aliada del dedo».

