En un tiempo donde la cuarentena condiciona la vida de las personas, nos adentramos en la vida de Víctor Blanco, aquel niño que con apenas 5 años llegó desde España de la mano de sus padres, forjó una vida en nuestro país y actualmente es el presidente de Racing.
-¿Qué recuerda de su aldea en Campaña-Valga de Pontevedra?
-Mi casa, los vecinos, la capilla que estaba casi pegadita a mi casa, eso no se borra más. De chico me encantaba el camino cruzando las fincas para ir de mi madrina. A medida que pude, ir empecé a viajar todos los años para la fiesta del Santiago Apóstol.
-¿Fue una decisión de sus padres el emigrar a la República Argentina?
-En realidad como mi abuela se había casado con un argentino quería que la familia estuviese toda junta. Aunque mi papá no estaba muy convencido terminó acompañando a mi madre y nos vinimos los tres. Los primeros años fueron muy duros y siendo jóvenes mis padres extrañaban mucho a sus amigos.
-Los españoles que llegaron al país fueron muy emprendedores…
-El gallego y el asturiano venían con mucho afán de trabajar, sin horarios. Era gente buscada por las empresas porque llegaron para esforzarse y no pasar el tiempo. Poco a poco intentaron independizarse y crecer…
-¿Se planteó volver a su tierra?
-Siendo adolescente en mis sueños estaba el poder regresar, pero empecé con un negocio gastronómico, me casé, tuve tres hijos y se hacía muy difícil mudarse con la familia a Galicia.
-¿Cómo encontró su aldea la primera vez que la visitó?
-Fue en 1968 y me la imaginé tal cual, pero muy mejorado los caminos, las viviendas de mis amigos. El pueblo gallego es muy acogedor y en mis posteriores visitas veo que es un lugar, como la plaza del Obradoiro, donde recargo energías, me relaja, me sienta bien y me ayuda a ver más de cerca mis raíces.
-¿Qué valores siempre ha defendido?
-Los que defendemos toda la gente de bien, como es la responsabilidad, el compromiso, la seriedad y la credibilidad son valores con los cuales me ha ido bien en la vida y fueron mi fuente de crecimiento.
-Muchos piensan que nunca jugó al fútbol…
-Al poco tiempo de vivir aquí, un hermano de mi madre me llevaba mucho a la cancha, pero tampoco vivía tan pendiente. Sin embargo, cuando estaba con los amigos me gustaba jugar de 9.
-Más tarde incursionó de otra manera en el mundo del fútbol…
-A los 30 años fui dirigente en Deportivo Español, fundado en su mayoría por la colonia gallega y subimos a Primera División. Fueron cinco o seis años, me tocó estar en esa época dorada del club. Luego me alejé del ambiente del fútbol y reaparecí en Racing.
-No fue casual su llegada a Racing…
-No lo tenía en mente, pero un día mi hija me presentó a un directivo y aunque no estaba metido en el mundo político del club me insistieron que fuera como vicepresidente segundo, creando un trinomio que luego ganó las elecciones. Con el correr del tiempo y por distintas cuestiones (Gastón) Cogorno y (Rodolfo) Molina discuten y presentan la renuncia. Esa también era mi intención, pero el club iba a ser intervenido y el equipo peleaba el descenso. De la cantidad de socios que nos votaron, creo que me conocerían unos 200 y como no les podía fallar a ellos, asumí esa responsabilidad de presidir el club. Costó un poco, pero fuimos cambiando, ordenando la economía del club que estaba en bancarrota y empezar a darle seriedad. Hoy Racing es un club conocido en Europa y donde juegan varios de los que llamo embajadores, salidos de la cantera que es donde seguimos apostando y es el futuro del club.
Fabián Clinaz
Especial para El Sol