A lo largo del primer semestre de 2024, los aumentos en las tarifas eléctricas aplicados en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) despertaron preocupación en gran parte de los usuarios. Sin embargo, pese a los ajustes, el costo de la electricidad para los hogares en esta región sigue siendo de los más bajos en comparación con otros países de América del Sur, especialmente cuando se mide en dólares.
No obstante, el costo no es el mismo para todos los trabajadores, ya que quienes perciben el salario mínimo vital y móvil (SMVM) en la Argentina impactan de forma distinta en los bolsillo.
Tarifas eléctricas en el AMBA: ¿las más bajas de la región?
En junio de 2024, los usuarios residenciales del AMBA se vieron segmentados en tres niveles según su nivel de ingresos. Los hogares de altos ingresos, clasificados como Nivel 1, pagaron un promedio de US$ 0,13 por kilovatio-hora (KWh), una cifra que solo supera a lo que abonan los usuarios residenciales en Bolivia (US$ 0,11) y Paraguay (US$ 0,05), según un informe de la Usina para el Desarrollo Energético Argentino (UDEA) y la Asociación de Distribuidores de Energía Eléctrica (ADEERA).
Los hogares de ingresos medios (Nivel 3) y bajos (Nivel 2) pagaron, en promedio, US$ 0,07 y US$ 0,06 por KWh, respectivamente, ubicándose también entre las tarifas más baratas de la región.
Esta situación contrasta con lo que ocurre en países vecinos como Uruguay, donde el costo de la electricidad alcanza los US$ 0,37 por KWh, o Brasil, donde la tarifa promedio es de US$ 0,24 por KWh. Incluso en Perú, los hogares pagan alrededor de US$ 0,23, casi cuatro veces lo que abona un usuario de Nivel 2 en el AMBA.
A pesar de las subas registradas, que para algunos sectores de ingresos bajos (Nivel 2) implicaron incrementos de hasta 690% interanual, y de hasta 745% para usuarios de ingresos medios (Nivel 3), la tarifa de electricidad en el AMBA continúa siendo una de las más accesibles de América del Sur.
Sin embargo, este dato por sí solo no refleja el impacto real que estos costos tienen sobre los hogares, especialmente aquellos con menores ingresos. Para tener una imagen más clara, es necesario hacer una comparación directa con los ingresos mínimos de un trabajador.
Salario mínimo en septiembre 2024: ¿cuánto representa la luz en los ingresos?
A partir de septiembre de 2024, el salario mínimo vital y móvil se incrementó a $268.056,50 mensuales para los trabajadores mensualizados. En el caso de los trabajadores por hora, el valor asciende a $1.340,28 por hora de trabajo. Con esta nueva actualización, es posible hacer una comparación directa de cuánto representa el costo de la luz en relación con este ingreso mínimo.
Un hogar de Nivel 2, que paga en promedio US$ 0,06 por KWh, con un consumo mensual de 100 KWh, abonará unos US$ 6, lo que equivale aproximadamente a $2.100, tomando en cuenta la cotización oficial del dólar. En términos porcentuales, esta cifra representa cerca del 0,78% del salario mínimo actualizado.
Por su parte, un hogar de ingresos medios (Nivel 3), que paga US$ 0,07 por KWh, destinará unos US$ 7 (alrededor de $2.450) por mes, lo que representa el 0,91% del SMVM.
En tanto, los usuarios de Nivel 1, aquellos de mayores ingresos, abonan US$ 0,13 por KWh y, con un consumo de 100 KWh, pagarán alrededor de US$ 13 (unos $4.550), lo que equivale a casi el 1,7% del salario mínimo mensual.
Comparativa con otros países de la región, ¿quién paga más de luz?
Si se compara esta situación con otros países sudamericanos, se observa que el porcentaje de ingresos destinado al pago de la electricidad es considerablemente menor en la Argentina, particularmente en el AMBA.
En Uruguay, un hogar promedio que consume 100 KWh mensuales pagaría US$ 37, lo que podría representar más del 5% del salario mínimo uruguayo, mientras que en Brasil, donde el costo es de US$ 24 por la misma cantidad de energía, se podría estar destinando cerca del 3% de los ingresos mínimos.
Este panorama deja en claro que, aunque las tarifas de luz en Argentina han aumentado de manera significativa en el último año, siguen siendo comparativamente bajas frente a los costos que deben afrontar los hogares de otros países de la región.
Esto se traduce en un alivio relativo para los consumidores locales, aunque el incremento sostenido de tarifas podría generar presiones adicionales si el salario mínimo no acompaña el ritmo de la inflación y los ajustes tarifarios futuros.