Aberrantes relatos en el juicio

Comenzó el proceso contra Silvana Lafuente, madre de la menor de 7 años a la que tiraron en un arroyo luego de prenderla fuego en una parrilla tras una golpiza, y su pareja. Declararon los hermanos de la nena que dieron escalofriantes detalles

Con relatos aberrantes comenzó ayer el juicio contra una madre y la pareja de ésta por el crimen de la pequeña Priscila Leguiza Lafuente, la nena de 7 años, a la que mataron a golpes, incineraron su cuerpo en una parrilla y luego descartaron el cuerpo en un arroyo de Berazategui. El Tribunal Oral Nº 5 lleva adelante el delicado proceso en donde están sentados en el banquillo de los acusados Silvana Lafuente y Pablo Verón Bisconti, un expolicía que era la pareja de la mujer; ambos sin son hallados culpables serán condenados a perpetua.
Los cuatro testigos que declararon en la víspera no dieron margen a la duda. El más contundente fue uno de los hermanos de la menor que recordó con seguridad: “a ella (en relación a la pequeña fallecida) le pegaban, mi mamá se enojaba porque nunca le decía mamá, la llamaba por su nombre y eso generaba que la golpeara. El día que la mataron yo estaba en mi pieza y a Priscila le pegaban en la cocina, Verón con las manos cerradas y abiertas y mi madre con un caño de acero en la cabeza”.
A preguntas de la fiscal, Mariel Calviño como de los defensores oficiales, Santiago Romero (Lafuente) e Ignacio Tranquillini (Verón Bisconti) y del particular damnificado, Julio Torrada, el joven respondió: “después de la paliza que le dieron se fueron a dormir como si nada, al otro día a eso de las 9 me despertaron para decirme que Priscila estaba muerta y me mandaron a comprar kerosene, luego la metieron en un tacho en la parrilla y la prendieron fuego. Eso lo hicieron porque un tal Lezcano (al que todos refirieron como un pastor que daba apoyo espiritual a la pareja) les dijo que “si no había cuerpo no había delito”.
La tensión y el dolor se respiraban en el aire de la sala A del primer piso cuando el adolescente puntualizó que “después nos obligaron a todos mis hermanos (son ocho) a acompañarlos con el cuerpo el que llevaban en un carrito de bebé bajo amenaza de que si no les hacíamos caso nos iba a pasar lo mismo que a Priscila”. Los hechos se dieron entre el 2 y el 4 de enero de 2014 en una casa de 161 al 4900 de Hudson; Priscila tenía apenas 7 años cuando su madre, Silvana Lafuente, la mató.
Fue asesinada a golpes y luego la prendió fuego en una parrilla durante horas con la ayuda de su pareja, Pablo Verón Bisconti. La envolvieron en una frazada y un nylon, la cargaron en un cochecito de bebés y la tiraron en el arroyo Las Conchillas. Pensaron que nadie la iba a encontrar. Denunciaron su desaparición, hicieron panfletos y fingieron buscarla. El 7 de enero de 2014, la policía encontró el cuerpo.
Leguiza tuvo el cuerpo en su casa un día. No supo qué hacer, por lo que llamó a Oscar Lezcano, un pastor evangélico, y le pidió ayuda. «Le dijo ‘me mandé una macana, maté a mi hija’ y él le dijo que se deshiciera del cuerpo porque sin cuerpo no hay delito».Con la ayuda de su pareja, Leguiza prendió fuego el cadáver de Priscila. «La quemó en una parrilla durante tres o cuatro horas, pero no pudo quemarla toda», relató otro de los convocados y agregó que después de eso la metió dentro de un cochecito de bebés y la llevó al arroyo acompañada de los hermanitos.

Más comprometidos

Luego declaró una hermana de Priscila que dijo que la fallecida no quería estar en la vivienda y si en la casa con su padre biológico y que la madre homicida le decía a su hija mientras la golpeaba “yo te di la vida y yo te la quito”. Luego agregó que la imputada defendía a su pareja, cómplice del crimen, al que la declarante denunció que en más de una ocasión intentó abusar de ella. Asimismo agregó que “cuando mi hermanita tenía lastimaduras le tiraban sal, y tenía como gusanos en las heridas”.
Turno seguido fueron desgarradores los comparendos de Gabriel Leguiza, el padre biológico de Priscila: “la cuidábamos mucho con mi actual pareja, ella era su mamá del corazón porque Lafuente en 7 años la había visto no más de cuatro veces. Me la mataron –dijo el hombre entre sollozos-; quiero justicia”. El instante más doloroso fue cuando Leguiza recordó como debió reconocer el cuerpo en la morgue del Cementerio de Ezpeleta.
El cierre de los testimonios del día fue el de la pareja del padre biológico de la pequeña que se quebró en varias ocasiones al recordar a Priscila: “le dimos todo, le dábamos amor, ella (en relación a la imputada) se la llevo y no la trajo, hicimos la denuncia y no hicieron nada”. Los jueces Mónica Rodríguez, Gustavo Farina y Juan Martín Mata seguirán el juicio en las próximas horas.

Compartir