Argentino de Quilmes no solo atraviesa un momento complicado dentro del campo de juego —tras la caída 2 a 0 ante Villa Dálmine que lo dejó fuera de los puestos de reducido—, sino que además vive una interna cada vez más expuesta puertas adentro del club.
En los últimos días se conoció una decisión fuerte tomada por el entrenador Cristian Grabinski, con respaldo de la comisión directiva: nueve jugadores del plantel profesional fueron apartados y comenzaron a entrenar con la división reserva, en el predio ubicado en la Ribera de Quilmes.
Los futbolistas afectados son: Manuel Peralta Salinas, Gerardo Alegre Rojas, Fernando Cosciuc, Facundo Valdez, Facundo Cipresso, Leonardo Esclante, Diego Roberts, Lucas Rey y Alan Abregú. Todos ellos tienen contrato vigente hasta diciembre de este año, y por el momento no serán tenidos en cuenta por el cuerpo técnico.
La situación generó un fuerte revuelo en la institución de la Barranca, al punto que ayer se llevó a cabo una reunión entre los jugadores involucrados y el presidente del club, Eduardo Larosa, en el microestadio Cholo Morgen. Allí, según confirmaron fuentes dirigenciales, Larosa garantizó que los contratos serán respetados hasta fin de año, pero aclaró que el regreso al plantel profesional dependerá exclusivamente de Grabinski.
Sin embargo, el trasfondo de la decisión es más complejo. Según pudo saberse, los jugadores separados serían aquellos que responden al exgerenciador del club, mientras que el resto del plantel estaría alineado con la actual conducción. La interna, que se arrastra desde hace tiempo, parece haber estallado definitivamente y deja al equipo no solo con menos variantes futbolísticas, sino en medio de un clima enrarecido.
Así, a la derrota contra Villa Dálmine y la pérdida del invicto como local tras diez meses, se suma ahora una crisis interna que pone al «Mate» en un momento de máxima tensión, tanto en lo deportivo como en lo institucional.