En un giro sorpresivo, la gestión gubernamental se enfrenta a las consecuencias de un mercado desenfrenado que parece haber superado su control. La promesa de desinflación hecha por el ministro Caputo al economista Milei ha resultado ser un espejismo, con la apertura de importaciones y un llamado urgente a las empresas para reducir precios.
El temor ante el índice de precios al consumidor de marzo se cierne sobre el escenario económico, mientras el enigma del dólar persiste como una incógnita sin resolver. La confianza en las políticas gubernamentales se ve tambaleada por la incapacidad de contener los embates del libre mercado, dejando al descubierto la fragilidad de las promesas y la necesidad de medidas urgentes para estabilizar la situación.
La brecha entre las expectativas y la realidad económica se amplía, generando incertidumbre y preocupación entre la población y los actores del mercado. Ante este panorama, el Gobierno se enfrenta a un desafío crucial para restablecer la confianza y encontrar soluciones efectivas que contrarresten los efectos devastadores del libre mercado descontrolado.
