El principal sospechoso del doble femicidio en Córdoba fue un militante antifeminista con nexos con Agustín Laje y Nicolás Márquez, figuras centrales del ideario ultraconservador que respalda al presidente Javier Milei.
Pablo Laurta, el hombre detenido por el asesinato de su expareja y su exsuegra en Córdoba, no era un desconocido dentro del ámbito del activismo antifeminista. Integrante del grupo “Varones Unidos”, Laurta participó activamente de foros y espacios digitales donde se promueven discursos de odio hacia los movimientos de mujeres y disidencias.
Pero su perfil ideológico no se limitaba al ámbito virtual. En 2016, según registros públicos y publicaciones de sus propias redes sociales, Laurta fue uno de los impulsores de una visita de los escritores Agustín Laje y Nicolás Márquez al Palacio Legislativo de Uruguay, donde ambos presentaron uno de sus libros. Aquella actividad formó parte de la expansión regional de su discurso ultraconservador, basado en la llamada “batalla cultural” contra el feminismo, la educación sexual y los derechos de género.
Este vínculo directo con Laje y Márquez, dos de los intelectuales más influyentes del espacio libertario, refleja la inserción del acusado dentro de los círculos de la derecha radical latinoamericana, años antes de los crímenes que hoy conmocionan al país.
Laurta, que se definía como “defensor de la familia tradicional” y “opositor al feminismo hegemónico”, había participado de múltiples actividades vinculadas al discurso de “reconquista cultural” promovido por sectores afines al actual oficialismo.
El caso, que sigue bajo investigación judicial, abre un debate sobre los efectos de la radicalización ideológica y el crecimiento de espacios que promueven el odio bajo consignas pseudoculturales, muchas veces legitimadas desde el propio poder político.




