Emotivo acto por el 9 de Julio en la Escuela Cimdip Miguel Cané

Uno de los momentos más sentidos fue cuando el alumno de 5° A, Felipe Ordóñez, leyó una poesía de su autoría que emocionó a los presentes por las palabras del joven estudiante referidas a la Patria

Un emotivo acto con sentido y espíritu patrio evocando la independencia se realizó días atrás en la Escuela Cimdip Miguel Cané, hubo números de danzas, palabras alusivas a la gesta histórica de 1816 y una ornamentación acorde a la ocasión donde el celeste y blanco predominó en el gimnasio de la casa de estudios de Laprida al 2600 de Quilmes Oeste.

 

Uno de los momentos más sentidos fue cuando el alumno de 5° A, Felipe Ordóñez, leyó una poesía de su autoría que emocionó a los presentes por las palabras del joven estudiante referidas a la Patria.

 

 

“Hoy estoy acá presente, para contarles en presente, una historia del pasado. No los trato de «tíos» sino de hermanos; nadie conoce el futuro, pero el futuro debe saber cuáles son las raíces que originaron este árbol”.

 

“Ella era una joven poco común para su raza, tan poco común que, para el rey, era extraña. Se caracterizaba por ser apasionada, aunque nunca lo demostraba… o simplemente no la dejaban. Sus amigos la llamaban España. Nadie podría imaginar la existencia de una persona por fuera tan hermosa y por dentro casi tan rica como la flora del amazonas. Era alta y delgada pero, ante los ojos del rey que vivía en el norte, era la de posición más baja”.

 

“Su sonrisa escondía algo. Era raro verla brillar, con un tono medio opaco. Nadie entendía por qué sus alas todavía no se habían desplegado; era como si dependiese de alguien, o como si la estuviesen vigilando”.

 

“Permaneció así unos cuantos años: a ella la explotaban en beneficio de ese rey que no era su esposo, pero de alguna manera la había conquistado”.

 

“Hasta que… por fin llegó el día en que esta joven decidió liberarse, dejando una carta sobre la mesa, donde expresaba lo que pasaba por su cabeza. Ahí, ella contaba que ya estaba harta de tener que guardarse las palabras y de ser disimulada, que quería volar, pero que era difícil estando enjaulada. Era como tener un gran parlante en mute, era como tener una luz pero que esta se mantuviera apagada. Era inútil tener alas estando encerrada. Como si sintiese todo, pero al mismo tiempo no sintiera nada. La carta terminaba pidiendo su libertad”.

 

“Al abrir la carta, el rey no vio más que una simple hoja en blanco: blanca como el pelaje de aquel caballo que por la cordillera se asomaba, montado por un general con espada. Un hombre que admiraba a la joven desde lejos, y que decidió ponerle tinta a esa hoja blanca con el mismo pedido y las mismas palabras”.

 

“Así fue como este logró que ella pudiera sentir la independencia que ese intruso había arrebatado. Al fin sintió el vértigo de mirar las cosas desde arriba, sin cadenas que la aten al suelo y lo hizo con entusiasmo. Una vez más, le agradeció a ese hombre que ya era su héroe y, para identificarlo, con el paso del tiempo le dio una capa, celeste y blanca, una voz y un pueblo que la representa, día tras día en cada etapa”.

 

“Hoy flamea por todos lados festejando su libertad, y yo me siento identificado con ella. La joven no es una extraña; ya no se llama España, ahora anda libre tirando serpentinas porque ahora la llamamos…  “Argentina””; finalizó el estudiante Felipe Ordóñez ante un aplauso cerrado de todos los presentes.

 

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