En la provincia argentina de Tucumán se respira un aire de reforma. La diputada local Raquel Nievas ha decidido sacudir el viejo sistema fiscal y propuso reducir la tasa del impuesto a los ingresos brutos para el sector privado. Para casi todos, excepto para el juego. El proyecto ya está sobre la mesa y los círculos empresariales muestran un notable interés. ¿Se trata de un intento real por reactivar la economía o de una jugada populista en medio de la presión económica?
La propuesta es simple: recortar en un 10 % el impuesto a los ingresos brutos para todos los sectores económicos y productivos del ámbito privado. Esto significa menos aportes al presupuesto y más oxígeno para los emprendedores. Desde fábricas hasta puestos de café, todos recibirían un alivio fiscal. Todos, excepto quienes giran la ruleta o venden billetes de lotería. El sector del juego mantiene las tasas actuales. El proyecto ya está en el parlamento, y Nievas está convencida de que menos impuestos darán al sector privado una oportunidad para sobrevivir y crecer.
De todos los sectores, solo uno quedó fuera del beneficio: el de los juegos de azar. Casinos, loterías, quiniela — todo lo relacionado con la suerte y las apuestas no entró en la lista con reducción. Nievas no lo explicó de forma directa, pero lanzó una señal clara: el Estado no debe ser “un socio sin conciencia ni criterio”. Tal vez porque el sector del juego ya aporta ingresos estables al presupuesto y puede prescindir de ventajas. O tal vez porque en tiempos de crisis, se apuesta por apoyar a quienes producen, no a quienes pierden.
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El impuesto a los ingresos brutos en Argentina ha sido un dolor de cabeza histórico para el sector empresarial. Se aplica sobre la facturación total, no sobre las ganancias. Las empresas lo pagan estén en números positivos o no. Es especialmente duro para las pequeñas y medianas empresas: cada transacción conlleva nuevas cargas. En Tucumán, como en otras provincias, este sistema ahoga la inversión e impide el crecimiento. Los empresarios han intentado en repetidas ocasiones que se revise, pero las conversaciones nunca se tradujeron en acción. Hasta ahora.
La reducción del 10 % es solo el primer paso. Nievas propone ir más allá y, con el tiempo, eliminar por completo el impuesto a los ingresos brutos. No de golpe, para no desestabilizar las finanzas públicas, sino de forma gradual. Cómo exactamente aún no está claro: en el texto de la iniciativa no hay plazos concretos, solo una dirección general. Esa cautela puede jugar a favor o en contra: por un lado, flexibilidad; por el otro, el riesgo de que la propuesta quede estancada. Pero para el empresariado, incluso la promesa de una eliminación total ya suena como una estrategia de supervivencia.