Proyecto de la UNQ para convertir telas y telgopor en materiales de construcción

Mientras que con las telas sintéticas y plástico fabricaron tejas a partir de instrumentos y maquinarias que la misma cooperativa creó o adaptó a sus necesidades, con el telgopor diseñó un montaje de herramientas que lo desgrana y lo transforma en perlas para venderlo a empresas de construcción

Especialistas del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología (IESCT) de la Universidad Nacional de Quilmes acompañan a una cooperativa de reciclaje de La Matanza en el diseño de tecnologías innovadoras para reciclar materiales textiles sintéticos y telgopor, plásticos con poco valor de mercado. Desde el Laboratorio Abierto de Innovación y Economía Circular (LabI&EC) que dirige Sebastián Carenzo trabajan en conjunto con recicladores para fortalecer estas prácticas y mitigar los daños ambientales, sociales y económicos a través de la generación de valor agregado con instrumentos propios que se adaptan a las necesidades y características de las cooperativas. Frente a las soluciones impuestas por los especialistas que no entienden de contextos y características particulares, el LabI&EC se sumerge en el territorio y trabaja codo a codo con los protagonistas.

“La idea no es llevar una solución a las cooperativas, en términos de una adopción por parte de ellos, sino identificar algunas prácticas experimentales que se venían haciendo allí para darles soporte y apoyarlas. Pensamos que hay una gran capacidad popular para desarrollar innovaciones tecnológicas y frecuentemente quedan fuera del radar”, destaca Carenzo, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.

Mientras que con las telas sintéticas y plástico fabricaron tejas a partir de instrumentos y maquinarias que la misma cooperativa creó o adaptó a sus necesidades, con el telgopor diseñó un montaje de herramientas que lo desgrana y lo transforma en perlas para venderlo a empresas de construcción que lo utilizan para alivianar la carga de hormigón.

Reciclar lo que nadie agarra

La industria de la moda es una de las más pujantes en Argentina. Basta con recorrer La Salada o la calle Avellaneda (ubicada en el barrio de Flores, Ciudad Autónoma de Buenos Aires) para darse cuenta de la cantidad de ropa que se usa, la cantidad de dinero que produce y la cantidad de puestos de trabajo que genera tanto la confección como la venta mayorista y minorista.

Sin embargo, la fabricación de prendas de vestir genera un desperdicio que, por el poco margen económico que tienen y la ausencia de una política de gestión de residuos y reciclaje, es arrojado a basurales clandestinos por parte de pequeños y medianos talleres que queman los descartes para que no ocupen lugar, algo que tiene consecuencias ambientales y sociales. Se estima que en Argentina se desechan una tonelada de residuos textiles por día, en su mayoría de fibras sintéticas.

El reciclaje de textiles es uno de los problemas más grandes que tenemos porque, una vez que son descartados, prácticamente no tienen posibilidades de ser reutilizados. Esto sucede particularmente con las telas que están elaboradas con fibras sintéticas y que hoy en día suponen más del 50 por ciento de los bienes de uso cotidiano que tenemos. Entonces, a partir de identificar esa problemática y localizarla en el territorio, Reciclando Sueños decidió incorporarlo en su reciclaje”, cuenta Carenzo, quien además es investigador del Conicet.

Por eso, la cooperativa que está ubicada cerca de dos basurales de La Matanza retira los residuos textiles para combinarlas con plástico y hacer tejas recicladas. En este sentido, el proceso de qué hacer con las telas y cómo trabajarlas para llegar al resultado final fue diseñado y llevado a cabo por los propios trabajadores junto a Carenzo y el equipo del LabI&EC