En un informe sobre una investigación reciente, dos economistas de la Universidad de Princeton señalaron que desde principios de la década de 1990 el estancamiento a largo plazo de salarios y entradas ha “producido un sentimiento de desesperanza” en muchos hombres, especialmente aquellos que no tienen estudios universitarios. Este sentimiento de desesperanza ha llevado a lo que se ha dado en llamar “muertes debidas a la desesperación”.
Nuestros corazones se conmueven al pensar en todo aquel que se encuentra en esa situación desesperada, y para quien el alcohol y el uso de drogas, o el suicidio, parece ser la única respuesta. La devastación que sienten aquellos que no pueden proveer de lo necesario a sus familias y tienen pocas posibilidades de tener empleo es comprensible.
Podemos sentir consuelo en la idea de que aún cuando sintamos la más profunda desesperación, la ayuda de Dios está a nuestro alcance. Por ejemplo, la Biblia afirma: “Porque yo soy el Señor, tu Dios, que sostiene tu mano derecha; yo soy quien te dice ‘No temas, yo te ayudaré’”. Este no es un Dios distante, incierto, que juzga y solo presta atención a aquellos que han llevado una vida ejemplar. Este es un Dios que nos conoce a cada uno de nosotros, no como mortales, sino como la creación espiritual e inmaculada de Dios. Un Dios que cuida de nosotros y nos ama sin medida. Un Dios totalmente capaz de responder a todas nuestras necesidades.
La hora de los pensadores ha llegado. La Verdad, independiente de doctrinas y sistemas honrados por el tiempo, llama al portal de la humanidad (extraído del libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por MBEDDY)
La Biblia también habla de personas que recibieron una respuesta cuando recurrieron a Dios de todo corazón. Hombres y mujeres que encontraron sustento, compañía satisfactoria, trabajo con un buen propósito y esperanza para el futuro.
Un ejemplo de esto es Job. Él perdió todo: su salud, familia y riqueza. Pero a pesar de todo eso, Job no se rindió, permaneció leal a Dios; y después de grandes luchas mentales, todo lo que había perdido y más le fue restaurado. Además, ganó algo que nunca se le podría quitar: la seguridad del amor inagotable que Dios sentía hacia él, y la certeza de la omnipresencia y la omnipotencia de Dios.
Como Job, a veces puede que luchemos para sentirnos cerca de Dios, para tener una fe más profunda en Él. Tal vez sintamos que no merecemos o no podemos escucharlo. Pero Dios está tan cerca como nuestros pensamientos. De hecho, aunque lo intentáramos, no podríamos distanciarnos de Dios, que nos creó como Su reflejo. Y Dios, la Mente Divina, está siempre transmitiéndonos Su amor infinito. Escuchamos sus afectuosos mensajes, que nos alientan y sostienen, a medida que somos humildes y estamos dispuestos a escucharlo y a renunciar a la voluntad humana.
La persona que probó esto más que ninguna otra fue Cristo Jesús que sabía que nada podía separarnos a ninguno de nosotros de su amoroso Padre-Madre, porque somos hijos de Dios. A través de su obra sanadora demostró que esta comprensión puede sanar la enfermedad, la discordancia y la escasez.
Mary Baker Eddy, la descubridora de la Ciencia Cristiana, explica que el hombre (un nombre genérico para todos nosotros) es “la imagen de Dios, su idea, coexistente con Él; Dios dándolo todo y el hombre poseyendo todo lo que Dios da”.
Dios nos da todo, y nosotros poseemos ¡todo lo que Dios nos da! No existe un Padre más amoroso, generoso, accesible y leal, que nuestro Padre-Madre celestial. De modo que no necesitamos desesperarnos. Paso a paso, a medida que comprendamos que residimos en el santuario del amor infinito de Dios y pongamos nuestra confianza en Él, nos sentiremos menos atrapados por un estado mental incierto y ansioso, y más llenos de esperanza.
Un verso de un amado himno del Himnario de la Ciencia Cristiana ilustra esta expectativa del bien divino que responde a nuestras necesidades y a su vez nos guía a que estemos conscientes de la cercanía y el amor de Dios:
Presiento verdes prados
Que aún no logro ver;
Y en vez de negras nubes
Los cielos brillarán.
Inmensa es mi esperanza,
La senda libre está;
Dios mi tesoro guarda,
Conmigo Él andará.
(Anna Waring)
Extracto de El Heraldo de la Ciencia Cristiana (elheraldocc.com // jsh-online.com)
Autor: Charles Lindahl – Abril 2018
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