Andrea Pelc tiene 58 años, vive en la costa y desde hace algunos años decidió iniciar una búsqueda que marcó un antes y un después en su vida: quiere conocer su verdadera identidad y saber quiénes fueron sus padres biológicos.
Aunque desde pequeña sentía que “algo no encajaba” en su entorno familiar, fue recién tras el fallecimiento de sus padres adoptivos cuando empezó a unir las piezas de una historia que, según reconoce, todavía tiene muchos vacíos. “Uno lo siente desde chico, hay cosas que no te corresponden, que no son tuyas. No te sentís parte del lugar en el que estás”, contó en diálogo con El Sol.
Andrea y su hermano Pablo fueron apropiados en los años 60 y 70, cuando las prácticas de inscripción irregular de nacimientos eran moneda corriente. “Mi papá adoptivo fue quien hizo todos los trámites, con ayuda de un amigo y un médico. Me buscaron con ojos claros, pero nunca fui registrada como una adopción legal. Me inscribieron a nombre de ellos directamente, y eso es apropiarse de una vida”, relata.
Hoy su búsqueda se intensifica. Aunque tiene algunas pistas, ninguna le permite reconstruir fehacientemente su historia. Sabe que no fue entregada al nacer, sino que ya tenía algunos meses de vida cuando llegó a la familia que la crió.
Vivió en la zona de Bernal con Elsa Perelló y Bruno Pelc, fue a la escuela 47 y a colegios de Quilmes, y muchas personas del barrio Parque recuerdan su llegada. Sin embargo, los testigos de aquella época se niegan a aportar más información: “Hay miedo, no quieren hablar. Pero yo no busco venganza, solo quiero saber la verdad”.

La búsqueda de su identidad biológica también atraviesa a su hermano, Pablo, nacido en 1971, quien actualmente enfrenta problemas de salud pero la acompaña en este proceso.
A esa herida personal, Andrea suma otra tragedia que marcó su vida: la pérdida de su hija, María Celeste, en la masacre de Cromañón. “Ella tenía 18 años. Fue a divertirse con sus amigos y nunca volvió. Eso me destrozó, pero con el tiempo entendí que el dolor más profundo también venía de no saber de dónde vengo”, confiesa.

Andrea no busca culpables, ni quiere juzgar decisiones del pasado. Solo pide que quienes tengan algún dato sobre su origen biológico se animen a hablar. “No espero un cuento de fantasía. Quiero conocer mi verdad, sea cual sea. Es mi derecho, el de mis hijas, y el de cualquier persona. Mi historia empieza cuando pueda saber quién soy realmente”.

Cualquiera que quiera contactarse con Andrea lo puede hacer a través de aepelc@gmail.com