Pasaron 25 partidos y el equipo no apareció. Aquel plantel Cervecero que nos ilusionó a todos y que había tenido un arranque furioso al ganar los primeros cuatro partidos, brilló por su ausencia.
Antes de empezar la competencia el plantel había conformado a todos o al menos en ese entonces no se escucharon voces disidentes. Lo mismo había ocurrido con el entrenador Mario Sciacqua, que había sido bien recibido tras su regreso al club para cumplir con su segundo ciclo.
Las declaraciones previas de los protagonistas estaban repletas de promesas de ascenso y revolucionó a los hinchas que creyó en este grupo, dando muestras de un incremento notorio de la masa societaria, entre otros ejemplos. En definitiva, esta vez Quilmes tenía con qué y mucho más cuando pasaron las primeras cuatro fechas.
A 9 partidos de finalizar la etapa regular el equipo que se ubica quinto y lejos de la punta, no consiguió definir una identidad de juego. Cuesta mucho descifrar a lo que juega, si se advierten intenciones que lejos están de ponerse en práctica en el campo de juego.
No es un equipo agresivo y hace tiempo que perdió aquella denominación que le entregó el propio entrenador: “garrote-garrote”. Innumerables dudas tácticas, inadmisibles errores de pelota parada en contra sufrió un equipo que se auto postuló como candidato.
Cambios de sistemas tácticos, variantes individuales, jugadores que llegaron y jugadores que se fueron pero nada cambió, todo sigue jugando de la misma manera. El entrenador Mario Sciacqua no le pudo dar el funcionamiento pretendido e hizo de todo para tratar de conseguirlo, por lo que la frustrante tarea del técnico Cervecero quedó reflejada en la falta de funcionamiento a lo largo de casi todo el torneo.
El plantel actualmente está des potenciado. Los que estaban jugando bien ahora lo hacen mal y los que lo hacían mal lo hacen peor. Los que no juegan desde el inicio, cuando ingresan no cambian nada y todo esto sucede, ahora, en la etapa decisiva de la temporada.
No queda otra que apretar los dientes, cerrar los ojos y afrontar lo que se viene. A esta altura no alcanza con el “trabajo”, que suelen mencionar todos los protagonistas a la hora de expresarse en las “escasas” declaraciones.
Solamente un hada madrina y una varita mágica parecen poder transformar un camino en lo que el equipo viene recorriendo durante varios meses. Por adelante aún hay grandes desafíos por afrontar pero cada uno sabrá en qué condiciones está para poder intentar eludir una tormenta que parece avecinarse.
El momento por el cual atraviesa el equipo no es preocupante, es decepcionante.
SEBASTIAN KERLE