No se entiende este Quilmes. Un desconcierto partido tras partido. No puede romper la racha de 7 encuentros sin victorias que lo hunde en la tabla de posiciones. Un plantel que supuestamente se formó para «ir por la revancha», está más cerca del descenso que de la punta de las posiciones.
Con relación al partido ante Defensores de Belgrano, el equipo mejoró. Pero no alcanzó para encontrar la tranquilidad que como dice el Chino Benítez se transita por el camino correcto.
Otra vez este equipo estuvo arriba en el marcador y otra vez careció de oficio para sostener la victoria como había ocurrido antes frente a Sacachispas o Agropecuario.
Un sistema táctico nuevo que no se va a poder sostener en el tiempo y que intenta disimular la carencia en el armado que tuvo este plantel, que omitió traer un cinco de marca y que incluso pudo hacerlo también ante la lesión de Adrián Calello.
Tuvo algo más de combate pero siguió sin ideas; además de la falta de manejo de los tiempos del partido, volvió a mostrarse ineficaz para concretar las situaciones que se le presentaron para definirlo.
De nuevo volvió a dormirse en el gol del rival. Primero para perder en el cabezazo y luego para dejarlo libre de marca a Matías Sánchez, que convirtió el gol del empate abajo del arco.
Quilmes anda a los tumbos, ya no solo tratando de encontrar su fisonomía de equipo sino que intentando no desnudar todas sus falencias, como por ejemplo las expuso San Martín de Tucumán.
La gente ante el pitazo de Héctor Paletta que sentenció un nuevo empate (el sexto en diez partidos), largó algunos silbidos y luego se retiró en silencio del Centenario dejando tal vez un claro mensaje: este Quilmes no se entiende. Es un equipo Chino.
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