En una medida que genera preocupación en toda la cadena productiva ganadera, el gobierno nacional derogó el Decreto 322/73 y, mediante el Decreto 311/25, habilitó la exportación de todas las categorías de hacienda en pie. Esto significa que se podrá vender al exterior ganado sin agregar un solo kilogramo en los campos argentinos, con consecuencias que pueden ser devastadoras para el mercado interno.
La decisión de permitir la exportación de invernada—es decir, terneros sin engorde previo—implica hipotecar el futuro de la ganadería nacional. Con menos animales destinados a la producción de carne en el país, el impacto se hará sentir en toda la cadena: habrá menos carne en las góndolas, menos trabajo en los frigoríficos, reducción de puestos en el sector rural, menor demanda de transporte de ganado, y un golpe significativo a la actividad de forrajes y ensilaje. También afectará a mercados concentradores como el de Cañuelas y a los remates feria de invernada, ejes clave en la comercialización ganadera.
Esta medida profundiza la primarización de la economía, apostando por la exportación de materia prima sin valor agregado en lugar de fortalecer la producción local y la generación de empleo. La ganadería argentina, históricamente una de las industrias más importantes del país, enfrenta ahora un escenario incierto con consecuencias difíciles de mensurar. El impacto de esta decisión no solo afectará al sector productivo, sino que también podría derivar en un aumento de precios para los consumidores y una reducción en la oferta de carne en el mercado interno.