La inflación en alimentos y bebidas mostró una desaceleración en la última semana de diciembre, de acuerdo con mediciones de consultoras privadas. Sin embargo, los datos preliminares sugieren que el mes cerraría con un aumento en este rubro frente a noviembre, lo que mantiene las tensiones sobre los precios domésticos.
En paralelo, el “repunte” de los dólares financieros y del mercado ilegal durante el mes pudo haber incidido en los costos de algunos productos, especialmente aquellos vinculados a insumos importados. La volatilidad cambiaria, que caracteriza al cierre del año, genera incertidumbre en las cadenas de producción y distribución, lo que suele trasladarse a los precios finales.
Una leve suba en el índice general de precios
Respecto al índice general de precios, las estimaciones privadas indican que diciembre cerraría con una inflación levemente superior al 2,4% registrado en la última medición oficial. Este aumento responde, en parte, a las tensiones en los sectores de alimentos y bebidas, aunque también se observan ajustes en servicios y otros rubros.
La desaceleración en el último tramo del mes podría ser interpretada como una señal positiva, aunque insuficiente para revertir el impacto acumulado de un año marcado por constantes aumentos en el costo de vida.
Perspectivas inciertas para enero
El comportamiento de los precios en enero dependerá en gran medida de las políticas cambiarias y de los acuerdos con distintos sectores económicos que el Gobierno logre consolidar. La relación entre los tipos de cambio paralelos y el mercado formal sigue siendo un factor de riesgo para el control de la inflación.
En este contexto, los consumidores continúan enfrentando un panorama desafiante, con aumentos en productos esenciales que afectan especialmente a los sectores de menores ingresos. La evolución de los precios en las primeras semanas de enero será clave para determinar si la desaceleración observada a fin de año se consolida o si persisten las tensiones inflacionarias.