La cineasta reinterpreta su identidad judía al desentrañar los secretos familiares.
La cineasta argentina Julieta Lande ha lanzado su más reciente obra cinematográfica, titulada «Hemshej», en la que profundiza en los recovecos de su historia familiar para descubrir las raíces de su identidad judía. A través de este documental, Lande nos lleva en un viaje íntimo y revelador, donde los silencios familiares se convierten en palabras cargadas de significado y reflexión.
«Para mí, este documental ha sido un ejercicio de introspección y descubrimiento», afirma Lande. «Al desandar los silencios que rodeaban la historia de mis abuelos, me di cuenta de que estaba resignificando no solo mi relación con el pasado, sino también la forma en que concebía mi propia identidad como judía».
«Hemshej» es mucho más que un simple relato genealógico. Es un testimonio emotivo y poderoso sobre la importancia de conocer nuestras raíces y entender cómo influyen en nuestra forma de ser y percibir el mundo. A través de entrevistas a familiares, imágenes de archivo y reflexiones personales, Lande teje una narrativa que no solo responde preguntas sobre el pasado, sino que también plantea nuevas interrogantes sobre el presente y el futuro.
El documental nos sumerge en la historia de los abuelos de Lande, quienes emigraron a Argentina huyendo de la persecución en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. A medida que la cineasta profundiza en sus vidas y experiencias, se enfrenta a verdades incómodas y emociones complejas que han sido guardadas bajo llave durante generaciones.
«Descubrir la verdad detrás de los silencios familiares no siempre es fácil», admite Lande. «Pero creo firmemente que es necesario para entender quiénes somos realmente y cómo hemos llegado a serlo».
«Hemshej» es un recordatorio conmovedor de que nuestras historias familiares son parte integral de nuestra identidad. Al mirar hacia atrás, Julieta Lande nos invita a reflexionar sobre el poder transformador de la verdad y el significado de pertenecer a una comunidad, no solo como herederos de una historia, sino como constructores activos de un futuro en el que la memoria y el legado se entrelazan inseparablemente.
