A veces, el fútbol regala momentos que parecen guionados por la épica. Uno de ellos ocurrió el 3 de junio de 2006, en el estadio Norberto Tito Tomaghello, donde Defensa y Justicia logró evitar el descenso en una promoción agónica frente a Deportivo Morón, gracias a un tiro libre inolvidable de Ezequiel Miralles en la última jugada del partido.
Aquella tarde se disputaba el partido de vuelta de la promoción entre el Halcón y el Gallo. El empate 1-1 en la ida, jugada en Morón, favorecía al conjunto de Florencio Varela por su permanencia en la categoría superior: la Primera B Nacional. Sin embargo, el trámite en la revancha fue dramático.
Defensa comenzó ganando, pero Morón lo dio vuelta y estiró la ventaja a un 3-1 que parecía irreversible. El reloj marcaba el minuto 46 del segundo tiempo y el descenso a la B Metropolitana parecía un hecho. Pero entonces apareció Marcos Ramírez, quien descontó de cabeza y le devolvió un hilo de esperanza a todo Varela.
Se adicionaron cuatro minutos. En la última jugada, una falta sobre Rubén Ferrer al borde del área le dio al Halcón la chance final. Todos subieron, incluso el arquero Guillermo Hernando, que ya había sido héroe una semana antes, cuando asistió de cabeza a Jesús Nievas para evitar el descenso directo ante San Martín de San Juan.
Mientras se armaba la barrera, Hernando se colocó estratégicamente para obstaculizar la visión del arquero rival. Ezequiel Miralles se encargó del remate. Nervios. Silencio. Dudas. Carrera interrumpida. Segunda carrera. Pateó. Y entonces… la pelota se clavó en el ángulo.
¡Golazo! ¡Agónico! ¡Histórico!
El 3-3 sellaba la permanencia de Defensa en la categoría. El Tomaghello explotó en un grito de alivio que quedará grabado en la memoria colectiva del club. No era una final de Libertadores ni una vuelta olímpica, pero para la hinchada humilde de un club humilde, fue un momento tan o más valioso.
No hubo incidentes, ni violencia, ni bochorno. Solo lágrimas, abrazos y un festejo que, con el tiempo, se transformó en uno de los pilares del ADN del Halcón. Porque ese día, Defensa y Justicia no solo se salvó: demostró que los milagros existen, y que en Varela también se escribe la historia grande del fútbol argentino.
Hoy, con el ascenso a Primera logrado en 2014 y la hazaña en el Morumbí ante São Paulo en 2023, aquel 3 de junio de 2006 cobra aún más sentido. Fue la gesta que encendió la llama de un sueño que todavía arde.