El desmantelamiento de uno de los proyectos tecnológicos más ambiciosos de Argentina ha generado indignación entre los trabajadores y la comunidad científica. Este jueves, se confirmó el despido de 230 trabajadores involucrados en la construcción del reactor CAREM, un desarrollo de vanguardia que había posicionado al país como líder en el competitivo mercado de pequeños reactores nucleares, enfrentando a gigantes como Estados Unidos, China y Rusia.
El reactor CAREM, construido en Lima, Buenos Aires, es el primer reactor nuclear de potencia íntegramente diseñado en Argentina. Su finalización prometía no solo avances significativos en la generación de energía para zonas remotas y centros industriales, sino también una fuente de divisas con potencial de exportación a nivel global. De hecho, el proyecto había sido destacado como el más avanzado entre los pocos reactores modulares en construcción en el mundo, superando incluso a los de China y Rusia.
Desmantelamiento de un proyecto estratégico
Los despidos y la paralización del proyecto CAREM representan un golpe a la soberanía tecnológica argentina y al futuro del país en la energía nuclear. Según denuncian los trabajadores y sindicatos, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) ha decidido desmantelar el proyecto en medio de una fuerte reducción presupuestaria, situación que se repite en otros desarrollos clave como el Centro Argentino de Protonterapia, destinado a tratamientos oncológicos.
Julio González, de UOCRA Zárate, afirmó que la CNEA está ejecutando «un ataque ideológico contra la ciencia y la tecnología nacional». Los recortes afectan no solo a los empleados despedidos, sino también al país, que pierde la posibilidad de convertirse en exportador de tecnología nuclear, un mercado valorado en miles de millones de dólares. La incertidumbre sobre el futuro de estos desarrollos científicos ha encendido las alarmas entre expertos, quienes ven en este desmantelamiento un retroceso de décadas en materia de innovación tecnológica.
Freno a la industria nuclear
El reactor CAREM no solo habría posicionado a Argentina entre los pioneros en la tecnología de reactores nucleares pequeños, sino que también podría haber sido un motor económico. La construcción, además de generar empleos directos, habría generado exportaciones valuadas en más de 4 mil millones de dólares por cada reactor vendido. Sin embargo, el ahogo presupuestario ha puesto en jaque a este y otros proyectos estratégicos.
La diputada provincial Soledad Alonso calificó la situación como «un ataque directo a los derechos de los trabajadores y al futuro de la ciencia argentina». Los despidos en el CAREM no solo significan la pérdida de empleo para cientos de familias, sino la cancelación de un proyecto que podría haber colocado a Argentina en la cima del desarrollo energético global.
Este desmantelamiento evidencia el profundo retroceso que está viviendo la industria nuclear argentina, afectada no solo por decisiones locales, sino también por presiones externas que frenan su avance.