Bakú, 24 de noviembre de 2024 — Las expectativas en la COP29 de Bakú chocaron con la realidad este domingo, cuando los países en desarrollo calificaron como «insulto» el acuerdo alcanzado, que compromete a las naciones ricas a aportar $300,000 millones anuales para combatir el cambio climático. Representantes de estas naciones señalaron que la cifra es insuficiente para enfrentar los crecientes desafíos que sufren las regiones más vulnerables.
El secretario general de la ONU, António Guterres, expresó también su insatisfacción con el resultado, al que describió como menos ambicioso de lo esperado. «Llamo a los gobiernos a que vean este acuerdo como una base… y construyan sobre ella», declaró, instando a un mayor compromiso internacional.
Evans Njewa, diplomático de Malaui y líder del bloque de Países Menos Desarrollados, expresó la frustración compartida por los estados más afectados por el cambio climático. «Este objetivo no es lo que esperábamos conseguir. Después de años de discusiones, no es ambicioso para nosotros», afirmó. Njewa recordó que estos países enfrentan los mayores costos humanos y económicos de fenómenos como inundaciones, sequías y olas de calor, agravados por la falta de recursos adecuados.
El acuerdo también enfrenta críticas por parte de organizaciones ambientalistas, que consideran que la cifra es simbólica frente a la magnitud del problema. Según informes del Banco Mundial, se estima que los países en desarrollo necesitarían al menos $2.4 billones anuales para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París y garantizar una transición sostenible hacia economías resilientes.
Mientras tanto, las naciones desarrolladas defienden que el compromiso marca un avance significativo frente al incumplimiento histórico de sus promesas climáticas. Sin embargo, para muchos, la percepción de un desequilibrio de responsabilidades sigue siendo un obstáculo clave en las negociaciones globales.
Con el cambio climático intensificándose y el tiempo para la acción efectiva agotándose, la decepción de Bakú se suma a las interrogantes sobre la capacidad de las conferencias climáticas para ofrecer soluciones concretas. Las demandas de justicia climática y mayor equidad financiera siguen siendo los puntos críticos en un debate que define el futuro del planeta.