Días atrás se decretó el DNU 367/2020, en donde no se contempla al coronavirus como una enfermedad enlistada y por lo tanto se deja abierta la posibilidad que la ART rechace el otorgamiento de las prestaciones médicas y dinerarias. Lamentablemente, la vía judicial ante la Justicia del Trabajo sigue siendo la opción más conveniente para las víctimas.
El Decreto considera que en principio de manera “presuntiva” (la presume, la sospecha pero no la acepta inmediatamente) el carácter profesional de la enfermedad COVID-19. Esta definición resulta sumamente reprochable ya que obliga al trabajador enfermo a demostrar las nexo de causalidad entre el virus y las tareas laborales desarrolladas.
En las últimas horas se confirmó que, al menos, 19 del Hospital Italiano contrajeron coronavirus. El personal de los centros médicos no está recibiendo la protección, no se están entregando los elementos de protección personal o los que se entregan no son de buena calidad.
Está surgiendo una epidemia de manera directa con aquel personal que está exclusivamente dedicado y que está en permanente contacto con el virus. Tienen que cumplir con todas las actividades, atender a todo tipo de pacientes, es un grave cuadro porque si a los médicos no se los protege tiene que haber un cumplimiento por parte tanto del hospital y las ART.
Las ART están para verificar, controlar, inspeccionar, asesorar, denunciar los incumplimientos, como entregar todos los elementos necesarios y de reposición porque una vez que terminan de trabajar tiran los elementos y no les dan respuestas.
Se le agrega que tienen un sueldo muy bajo con respecto al riesgo que asumen y en muchos casos los tienen facturando para un hospital u obra social, que eso es un trabajo en negro. Algunos no tienen ART.
En el caso de la providencia, entre 34 y 40 médicos infectados, es evidente que no se cumplieron las normativas específicas. No se les dio protección o fue insuficiente, quizás no hubo una higiene necesaria para permitir que los infectados no continúen infectando. Los médicos se quejaban al no poder tener una protección que nunca sabían de quien se estaban contagiando y de quien no.