Demolieron la histórica «casona Bagley» de Bernal

Demolieron la histórica casona Bagley de Bernal

Demolieron este fin de semana la histórica casona que construyó Melville Bagley en Bernal, inventor de la hesperidina y dueño de la fábrica de las galletitas más populares del país, a pesar de una faja que señalaba que la obra estaba paralizada.

La casona fue construida en Zapiola y Dorrego por el inmigrante estadounidense que, nacido en Bangor en 1838, emigró a Buenos Aires como representante de una editorial, a los 24 años.

Instalado en 1850 en Bernal, construyó la casona que luego pasó a manos de Alfredo De Marchi, presidente de la Unión Industrial y luego Ministro de Agricultura de la Nación.
«De Marchi era hermano del Barón Antonio De Marchi, casado con la hija del general Julio A. Roca, y se menciona que en más de una oportunidad el General Roca visitó la finca. Poco después fue subastada en la suma de $ 10.000 y fueron sus compradores Pedro Viola y Rosa De Lorenzo», comenta el historiador Domingo Araujo.

Trascendió que hace tres años, ya no es propiedad de los últimos.

Bernal TV publicó hoy el estado en que se encuentra la residencia, reducida a escombros, ya que nunca prosperó un proyecto para que sea declarada patrimonio de la ciudad.

UNA HISTORIA DE INMIGRACIÓN

Bagley trabajó como ayudante en la histórica farmacia La Estrella, de Defensa y Alsina. Fue esa tarea la que lo incentivó crear un tónico que sería un «remedio salvador de todos los males».

Tal como se refleja en Wikipedia, Melville «experimentó con diferentes fórmulas, pero se centró en una en particular a base de la corteza de naranjas amargas o agrias que crecían como arbustos ornamentales en su casona de Bernal».

Esa versión, sin embargo, fue puesta en duda por algunos allegados a la familia Bagley que, igualmente, la consideraron una suerte de «mito» positivo para la bebida.

El cuidado de la residencia no había sido el mejor, pero se podían apreciar las características típicas de una residencia de aquellos años.

Cuando la fórmula dio resultado, Bagley ideó una inusual campaña publicitaria para dar a conocer su producto, manteniendo la intriga y el suspenso.

Dos meses antes de lanzarlo a la venta, hizo pintar las aceras de los empedrados de Buenos Aires con el nombre de la bebida y con la frase «La Hesperidina vendrá».

En este caso, la campaña publicitaria también sería una de las primeras que vieron los porteños en la segunda mitad del 1800.

El frente de la residencia fotografiada por El Sol en 2021

El 24 de diciembre de 1864, la bebida ya estaba en venta en cafés, bares, boticas y droguerías. Tuvo tanto éxito que realizó una extensa plantación de naranjos en su propia casa y requirió los frutos de localidades vecinas, como Florencio Varela y Adrogué.

El producto que inventó Bagley logró revolucionar el mercado argentino de las bebidas, sólo ocupado por las aguardientes, como la grapa o la ginebra.

Según el presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, el nombre de la bebida salió de la mitología griega, que cuenta que «cuando los griegos navegaban por las costas de Valencia las naranjas en medio de las hojas verdes parecían frutos de oro», «frutos de oro del jardín de las Hespérides».

Enseguida, en otro caso típico del país, aparecieron las bebidas truchas. Si bien las botellas fabricadas por Cristalería Rigolleau eran muy características y constituían un gran reto para los obreros sopladores de vidrio, ya que eran rayadas y llevaba su nombre en relieve, las falsificaciones reiteradas llevaron a Melville Bagley a encargar etiquetas a la Bank Note Company de New York, imprenta a cargo de los dólares estadounidenses.

No contento con eso, emprendió una campaña para lograr un registro único de marcas y patentes en el país de origen de su invento. En 1876, convenció al presidente Nicolás Avellaneda de su creación. De esta manera, Hesperidina se convirtió en la primera patente y marca registrada, con licencia Nº 1 en la Argentina.

La Hesperidina es un sinónimo de «argentinidad» y fue homenajeada con un tango y nombrada en tres cuentos de Julio Cortázar e incluida en las obras de otros autores, así como también fue dibujada en almanaques tradicionales y muy recordados, por Florencio Molina Campos.

Bagley, además, fue impulsor de muchos avances en el transporte, como la creación del tranvía a caballo que comenzó a circular en Quilmes en 1873.

Demolieron la histórica casona Bagley de Bernal
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