Quilmes perdió un partido increíble ante Belgrano por 3 a 2, en la última jugada del partido. Al equipo conducido por Facundo Sava se le cortó una racha de 7 partidos sin derrotas y no pudo finalizar la primera rueda entre los cuatro primeros de la Zona A que disputarían, en caso de finalizar ahora el torneo, los ascensos de la categoría.
Pero lo principal que perdió fue la regularidad. El equipo venía teniendo buenas actuaciones y se afirmaba en su rol de candidato. Le había ganado muy bien a Almirante Brown y a San Martín en Tucumán pero ante Belgrano volvió a repetir errores de otros partidos como los exhibidos frente a Alvarado o los mostrados en la derrota ante Deportivo Maipú en Mendoza -también sobre la hora y desde un tiro de esquina-.
La falta de regularidad es lo peor que puede mostrar un equipo que pretende estar en la pelea. El retroceso hacia el pasado genera desconfianza para un equipo que de mitad de cancha en adelante tiene muchos argumentos pero que no se sabe defender ni manejar los partidos.
A pesar de los errores del árbitro Héctor Paletta que debió haber expulsado a Nahuel Tecilla a los 30 minutos del primer tiempo (el partido estaba 1 a 0 para Quilmes) y hubiese cambiado el desarrollo del encuentro, el Cervecero perdió por méritos propios.
Está claro que carece de jugadores que puedan manejar los partidos desde el juego o desde su sola presencia (como lo hacían Braña, Chirola o Caneo). Los rivales se dan cuenta de la inseguridad defensiva de un equipo que no tiene contención en la mitad.
Pero además de lo colectivo y de lo poco que se transmite desde afuera para poder corregir el rumbo del partido, lo individual tampoco aflora. La última jugada, donde «durmieron», fue una clara muestra de una desatención imperdonable que costó una nueva derrota. No puede volver a suceder.
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