El pasado fin de semana se convirtió en una pesadilla para La Libertad Avanza. La gestión de Javier Milei enfrenta su peor crisis política hasta el momento, tras la acumulación de más de 100 denuncias en su contra por una estafa multimillonaria con criptomonedas, en la que su participación y la de su círculo más cercano han quedado expuestas. Como si esto fuera poco, el Presidente también se encuentra bajo la amenaza de varios pedidos de juicio político en el Congreso, donde podría conformarse una comisión investigadora para esclarecer los hechos.
Desde la Casa Rosada intentaron minimizar el escándalo, pero la magnitud de las evidencias y el impacto internacional del caso han convertido el tema en una bola de nieve imposible de contener. En el epicentro del conflicto se encuentran Milei y su hermana, Karina Milei, quien desempeña un rol clave en la estructura del gobierno y cuya cercanía con los involucrados en la estafa ha despertado fuertes sospechas.
Las revelaciones que surgieron el domingo terminaron por potenciar el escándalo. Uno de los testimonios más contundentes fue el de Charles Hoskinson, un referente internacional en el mundo de las criptomonedas, quien denunció que allegados al gobierno le pidieron coimas para organizarle una reunión con el Presidente. En paralelo, Hayden Mark Davis, fundador de Kelsier y responsable de la criptomoneda $LIBRA, afirmó haber sido asesor de Milei y aseguró que el mandatario argentino «respaldó y promovió activamente el proyecto».
La respuesta del oficialismo ha sido esquiva y poco convincente. Desde el entorno del Presidente se limitan a negar cualquier tipo de responsabilidad, mientras que ante las acusaciones de Hoskinson optaron por descalificarlo, desafiándolo a que «haga la denuncia». Sin embargo, los cuestionamientos no han cesado y la presión sobre el gobierno sigue en aumento.
En un contexto de crisis económica y malestar social creciente, el escándalo cripto se suma a una larga lista de controversias que ponen en jaque la gestión de Milei. La oposición ya está en movimiento y busca capitalizar el descontento, mientras la imagen del Presidente sufre un deterioro acelerado. Lo que ocurra en las próximas semanas será clave para determinar el futuro político de un gobierno que, a menos de un año de haber asumido, ya enfrenta una tormenta de proporciones históricas.
