La Luna se aleja imperceptiblemente de la Tierra a una velocidad aproximada de 3,82 centímetros por año, hasta que llegará el día en que desaparezca de la vista humana y se lleve la fascinación y el misticismo que inspira.
La fricción generada entre la superficie terrestre y los océanos provoca que la rotación de la Tierra sobre su eje se desacelere gradualmente y el satélite terrestre se distancie a un ritmo constante.
Si bien el proceso es lento y se inició junto con la formación de nuestro planeta, la distancia creciente entre ambos cuerpos celestes podría modificar significativamente la percepción de la Luna en el cielo a lo largo de millones de años.
Sarah Romero, periodista científica de la revista Muy Interesante, calculó que, a este ritmo de distanciamiento, aunque lento, la Luna podría dejar de ser visible a simple vista en un horizonte temporal de unos 50.000 millones de años.
Desde tiempos antiguos, la Luna ha sido un componente fundamental en la vida y los ciclos de nuestro planeta. Sin embargo, un fenómeno natural pone en riesgo su visibilidad futura. A medida que la rotación se ralentiza, la Luna se aleja en respuesta a estas modificaciones.
Eventualmente, la Luna alcanzará una órbita estable en la que dejará de alejarse de la Tierra.
Aunque este cambio ocurrirá a una escala temporal tan extensa que resulta difícil de concebir, podría tener implicaciones para los ritmos biológicos de los seres vivos. Ya, en materia de especulaciones, repercutió en las proyecciones astrales.