Los soldados más jóvenes fueron los más afectados

Los soldados más jóvenes fueron los más afectados
Los soldados más jóvenes fueron los más afectados

Cecilia Yaccarini, psicóloga e investigadora del Conicet, llevó adelante un estudio sobre el impacto del estrés postraumático en los veteranos de la Guerra de Malvinas. A cuatro décadas del conflicto, su investigación revela un dato alarmante: el 70 por ciento de los excombatientes aún padece secuelas psicológicas severas derivadas de la experiencia bélica.

La investigación también arroja luz sobre una problemática histórica: la falta de asistencia psicológica adecuada al regreso de la guerra. De cada 100 excombatientes, apenas 14 recibieron atención psicológica o psiquiátrica tras su retorno, lo que expuso a la mayoría a padecer en silencio los traumas adquiridos en combate.

Uno de los hallazgos más impactantes del estudio es que los soldados más jóvenes fueron los más afectados. Reclutados con apenas 18 o 19 años, enfrentaron situaciones extremas de violencia, miedo y pérdida sin contar con las herramientas emocionales necesarias para afrontarlas. «La falta de experiencia y la corta edad hicieron que estos jóvenes fueran especialmente vulnerables a desarrollar cuadros de estrés postraumático crónico», explica Yaccarini.

El impacto del trastorno no se limitó a los primeros años posteriores al conflicto. A lo largo de las décadas, muchos veteranos han sufrido depresión, ansiedad, trastornos del sueño y dificultades para la reinserción social y laboral. «No se trata solo de un recuerdo doloroso, sino de una herida que sigue abierta y condiciona sus vidas», agrega la investigadora.

El estudio de Yaccarini refuerza la necesidad de políticas públicas más efectivas para la contención de los veteranos. A pesar de algunos avances en materia de reconocimiento y asistencia, los excombatientes continúan demandando un mayor acceso a tratamientos especializados y un reconocimiento más profundo del daño psicológico sufrido.

Cuatro décadas después, la guerra sigue presente en sus mentes y en sus cuerpos. La falta de atención temprana dejó cicatrices imborrables, especialmente en aquellos que partieron siendo casi adolescentes y regresaron con una carga emocional imposible de sobrellevar solos.