El exdirector del CONICET, Manuel García Solá, reveló que fue presionado para renunciar luego de cuestionar supuestas persecuciones ideológicas contra becarios e investigadores del organismo. En una carta dirigida a Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural, García Solá —quien había sido designado en 2022 en representación del sector agro— afirmó que no estaba dispuesto a «callar su voz cuando se intentara cometer algún acto de persecución por ideas científicas, políticas o religiosas».
García Solá denunció que dentro del CONICET se estaban tomando medidas que discriminaban a aquellos investigadores cuyos proyectos no encajaban en la agenda cultural del gobierno, afectando especialmente a quienes trabajan en temas de género o cambio climático. Este señalamiento ha desatado reacciones dentro del mundo científico. Tanto investigadores como representantes gremiales y autoridades de institutos de ciencia han expresado su preocupación, calificando la situación de «grave» y advirtiendo sobre el impacto que tiene en el prestigio del organismo, considerado el principal centro de investigación científica de América Latina.
El sector científico y académico ha manifestado inquietud sobre la posible pérdida de independencia en el CONICET y su alineación con una agenda que, según sostienen, podría priorizar criterios ideológicos por sobre el rigor científico. Investigadores y sindicatos de la ciencia consideran que la renuncia de García Solá es un reflejo de la creciente tensión que existe en el organismo, donde algunos sectores sienten que sus trabajos son desestimados o incluso desalentados por no alinearse con las políticas del Gobierno.
Para el CONICET, esta renuncia expone una crisis interna que podría afectar su reputación y su capacidad de atraer a los mejores talentos científicos, que ven en la independencia de criterios una garantía para sus investigaciones. Los reclamos de mayor autonomía y libertad académica se multiplican, en un contexto en el que el organismo enfrenta crecientes desafíos financieros y políticos.
El futuro del CONICET, en medio de esta polémica, podría depender de la capacidad de la institución para resolver sus diferencias internas y reafirmar su compromiso con la pluralidad de ideas en el ámbito científico, un requisito fundamental para mantener su estatus y continuar liderando la ciencia en la región.